Tres disfraces y unos cuantos borrachos
De la detenida en Berrocal de Salvatierra por romper una urna al récord de Villarroya por votar en 26 segundos y el sofoco en Murcia
El temido calor no afectó demasiado a la jornada electoral. Los que se concentraban en las puertas de los centros de votación temprano, para evitar los sofocos, representaban en el conjunto español un 2,5% más que en el noviembre de las elecciones generales de 2019 (38% vs 40,48%). Pero para récord, el de la riojana Villarroya que volvió a batir su marca de cierre de mesas más rápido de España. Si en las generales de hace cuatro años fue de 32 segundos, las municipales han permitido a sus siete vecinos mantener la forma, y ahora han demorado 26 segundos.
Esta vez, además, tenían público, unos 40 vecinos que veranean allí. Pudo ser menos tiempo, pero uno de los votantes se puso nervioso y se le cayó la papeleta. De seguir así, habrá titular para la próxima, siempre que no se empadrone alguien que no quiera madrugar.
A pesar de las temperaturas ,ningún centro de emergencias del 112 notificó, ni siquiera vía redes sociales por región, acciones de rescate por golpes de calor ni desmayos. Las pocas sirenas de ambulancia en las ciudades fueron por accidentes de tráfico. En el norte de España había un clima primaveral, con Santiago en 20 grados; pero abajo, como en Córdoba, alcanzaron los 41.
Hubo un héroe, sí, en Andalucía, cuando el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, ayudó a una mujer que sufrió un mareo en el CEIP San José Alameda de los Tristes de Lorca. Aprovechó el líder del PP para culpar a quien puso la votación en pleno verano. El «calor» y el «agobio», dijeron también.
Las vacaciones, además de instigar al voto por correo con 14.000 carteros llevando votos a los centros por la mañana, tampoco interrumpieron la apertura de las mesas. El 100% se había constituido a la hora correspondiente y atendieron a varios bañistas con sillas y sombrillas. Sólo una se vio interrumpida, en Berrocal de Salvatierra (Castilla y León), porque una mujer, que los medios regionales clasificaron como «alterada», derribó y destruyó la urna. La Guardia Civil la detuvo y llevó al cuartel, pero las votaciones se paralizaron en esa mesa hasta que llegó la caja nueva.
Hubo, eso sí, unos cuantos borrachos que acudieron a cumplir su deber de miembro de mesa en malas condiciones. No hay alcoholímetros para dejar que conduzcan a los electores, pero un vocal en Arenas de San Pedro (Ávila) y dos suplentes en Santa Marta de Tormes (Salamanca) fueron declarados incapacitados para asumir sus funciones. Reseñable también es que los candidatos presidenciales hayan hecho su cola, en una ciudad donde es cada vez más habitual que los privilegios pasan por despejar el camino para que los coches oficiales no demoren. La que más esperó fue Yolanda Díaz, casi 20 minutos para meter sus papeletas en las urnas. A pesar de que le sobraba el tiempo para cerrar el sobre, prefirió llegar con su folio en la mano para enseñarlo a cámara. Y hasta una pareja de recién casados acudió a votar en Granada sin dormir.