La Fiscalía avala mantener sexo con mujeres espiadas
Considera que el policía denunciado no limitó la capacidad de las antisistema para consentir en sus relaciones con ellas
Las denuncias por agresión sexual de cinco mujeres contra Dani, el policía nacional infiltrado en los movimientos okupa y antisistema de Barcelona y que llegó a acostarse con ocho de las activistas a las que espiaba, se encaminan directamente al archivo.
La Fiscalía en su informe afirma que no ve delito alguno en el hecho de que este agente mantuviera durante años relaciones afectivas y sexuales con activistas de estos grupos antisistema de la capital catalana, ya que entiende que el funcionario con esas relaciones solo dio cobertura a una «técnica de investigación» y, sobre todo porque no consta que el policía «limitara la capacidad» de las mujeres para «consentir» aquellas relaciones.
Este informe de la Fiscalía, que es el primer documento oficial del Ministerio Público sobre este tipo infiltraciones policiales que incluyen relaciones sentimentales, va más allá del caso concreto de Dani. Y es que además de este funcionario, en los últimos quince meses, diferentes colectivos han destapado a otros cinco policías nacionales (cuatro hombres y una mujer) infiltrados en ambientes de ultra izquierda de Barcelona, Girona, Madrid y Valencia. Prácticamente todos estos agentes durante sus infiltraciones mantuvieron relaciones afectivas con activistas de los grupos a los que espiaban como las que ahora ‘bendice’ la Fiscalía. No obstante, ninguno de estos otros policías llegó al extremo de Dani, quien además de acostarse con al menos ocho mujeres, se convirtió en pareja estable de dos de ellas durante su infiltración en el barrio barcelonés de Sant Andreu.
El agente que se escondía bajo la identidad de Daniel Hernàndez Pons fue descubierto a finales del pasado enero por ‘La Directa’, un medio online especializado en temas de investigación, que reveló además que había aprovechado durante casi dos años y medio (entre junio de 2020 y octubre de 2022) sin ningún tipo de escrúpulo de sus relaciones sentimentales y/o sexuales con mujeres del entorno antisistema y anarquista de Barcelona para obtener información.
Cinco de estas mujeres denunciaron a Dani y a su superior jerárquico en los servicios de Información de la Policía sendos delitos contra la libertad sexual, contra la integridad moral o torturas.
La querella fue admitida a trámite por el juzgado de instrucción número 21 de Barcelona, pero la Fiscalía no ve caso, porque investigar el tema, argumenta, sería tanto como llevar a cabo una investigación «prospectiva» porque no hay un solo indicio de delito.
El Ministerio Público, que remite a las denunciantes a presentar sus reclamaciones por la vía contencioso-administrativa y abandonar la vía penal, insiste en que la infiltración «constituye una técnica de investigación policial dirigida a la prevención y castigo del delito de la que todos los servicios de seguridad hacen uso». Y señala a las denunciantes algo evidente: una pieza central de la infiltración es «el engaño y el uso de identidad supuesta» para garantizar la «confianza necesaria para la obtención de información». «Este juzgado no puede realizar una averiguación y fiscalización penal de investigaciones que no le competen y menos ‘a ciegas’. Y ello, como se ha dicho, sería altamente peligroso, por lo que deben extremarse las cautelas», insiste el escrito de la acusación pública, que incide en no hay pruebas de que ninguna de las chicas fuera menor o vulnerable ni consta que ninguna de ellas «sufrieran cualquier limitación a su capacidad para consentir sexualmente».
La Fiscalía remarca que las relaciones con el ‘topo’ «no eran asimétricas», ya que las querellantes las «aceptaron libremente, sin violencia e intimidación» y mantuvieron el consentimiento durante su práctica. «No solo es que no pudiera abusar de su condición de policía, que las querellantes desconocían, es que precisamente se dice, de forma positiva, que actuaba como un modelo de ‘nueva masculinidad’», apostilla. El fiscal abunda en todo apunta a que las relaciones sexuales y de amistad fueron «libremente consentidas», por lo que tampoco tendría encaje la infiltración en el delito contra la integridad moral, dado que el hecho de que el agente les ocultara su condición de policía no puede ser considerado «trato degradante».