La marcha se queda en una exhibición de antisanchismo en la milla de oro de BCN
Sociedad Civil Catalana (SCC) aspiraba a reeditar este domingo el espíritu de la gran manifestación de aquel 8 de octubre de 2017. Aquella marcha, todavía con las duras imágenes frescas en la retina de lo ocurrido siete días antes durante el referéndum ilegal, supuso la mayor movilización de la historia democrática de Cataluña contra el separatismo y se convirtió en todo un icono para el imaginario constitucionalista. Pero la plataforma se quedó muy lejos de aquella protesta de hace seis años. No solo porque, evidentemente, el PSC no iba a participar esta vez en una movilización contra la amnistía. Tampoco por la importante caída de participación sino sobre todo porque lo vivido este domingo en la milla de oro de Barcelona acabó siendo, ante todo, un acto político de claros tintes antisanchistas. Fue una protesta en la que en realidad hubo más proclamas, gritos y pancartas contra el presidente del Gobierno en funciones que contra el propio Carles Puigdemont o contra las mismísimas amnistía y autodeterminación, cuya censura pública y multitudinaria era el objetivo oficial de la convocatoria de SCC.
Sí hubo siglas
Los organizadores habían insistido en que las siglas de las formaciones no aparecieran por ningún sitio para evitar que pareciera un acto de los dos únicos partidos que al final apoyaron la marcha (PP y Vox, porque Ciudadanos, también entre los que respaldaron, ni se vio). Sociedad Civil Catalana (SCC) quería huir a toda costa de similitudes con Colón o con la reciente concentración multitudinaria del PP el pasado 24 de septiembre en Madrid también contra la amnistía. Pero no lo logró. Santiago Abascal, por ejemplo, marchó tras una pancarta con el verde Vox en la que se leía «No a la amnistía, no al golpe de Sánchez» y rodeado de los suyos que sí que portaban carteles con el logo del partido con una foto de Puigdemont entre rejas. El PP, por su parte, no tuvo reparo en montar directamente una carpa blanca con sus siglas en uno de los laterales del Paseo de Gracia.
Santiago Abascal, Alberto Núñez Feijóo, José Luis Martínez-Almeida y, sobre todo, Isabel Díaz Ayuso (insistentemente aclamada al grito de «¡presidenta, presidenta!»), fueron (queriendo o no) los verdaderos protagonistas de un acto que nada tuvo que ver con la imagen de anónima unidad de los grandes partidos constitucionalistas contra el secesionismo que se dio aquel domingo de hace seis años y que bajo el lema «¡Basta! Recuperemos la sensatez», colapsó, esa vez sí, el corazón de Barcelona.
En la protesta de 2017 no se vio ni un símbolo franquista o preconstitucional, pero este domingo sí que hubo alguna camiseta con águilas. También hubo muchísimas y gruesas descalificaciones, no solo contra el presidente del Ejecutivo (con cánticos como «Sánchez traidor, te queremos en prisión»), también contra Yolanda Díaz. Y es que se exhibieron carteles electorales con la foto de la vicepresidenta con penes dibujados en su cara y la leyenda «la misma mierda de Potemos pero con otras moscas» y otros insultos.