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La revictimización por los abertzales es «una puñalada en el corazón»

La hija de Fernando Buesa recuerda la profanación de la tumba del político socialista

Imagen de la hija de Fernando Buesa ante el monolito de su padre. L. RICO

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EFE

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El ‘shock’ sufrido por la familia de Fernando Buesa con la reciente profanación de su tumba se equipara a «una puñalada en el corazón», que aleja cualquier indicio de cambio en la izquierda abertzale y revictimiza a quienes ya sufrieron estos asesinatos en su día. Lo ha reconocido Marta Buesa, hija del político socialista asesinado por ETA en el año 2000 junto a su escolta, el ertzaina Jorge Díez, quien ha participado en la mesa redonda «Radicalización violenta y humillación a las víctimas: ¿Cómo desactivar el odio?», en la jornada organizada en Pamplona por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite), junto a Nerea, la hija del hostelero José Luis Barrios asesinado en 1988, y a Consuelo Ordóñez, hermana del concejal del PP Gregorio Ordóñez asesinado en 1995.

Las tres han expuesto la desoladora experiencia que supone convivir hoy en día, cuando ETA ha desaparecido, con el discurso de líderes de la izquierda abertzale que se han llegado a acercar en privado para mostrarles su disconformidad con lo sucedido pero que en público siguen sin condenar ni cuestionar la violencia ejercida. Y este es, entienden, el caldo de cultivo que sostiene actuaciones como el reciente ataque a la tumba de Buesa o los homenajes que se siguen haciendo de diferentes formas a etarras condenados.

Marta Buesa ha recordado lo sucedido hace poco más de un mes con el ataque al monolito que en Vitoria recuerda a su padre y a su escolta asesinados como «un shock, un regreso a tiempos oscuros que creíamos que no iban a volverse a repetir», aunque también ha celebrado el «gesto bonito» del estudiante que les llamó para avisar de lo sucedido, en una zona universitaria en la que probablemente fueron muchos quienes lo vieron antes de que uno de ellos alertara.

Poco después la tumba de su padre fue profanada con excrementos, y eso fue «una puñalada en el corazón» porque suponía »una intención más intensa de hacer daño», aunque también aquí ha sacado lo positivo del «montón de mensajes» recibidos, que «nos dieron calor, confort, nos arropó» hasta que el hecho de que EH Bildu no lo condenara en el Ayuntamiento de Vitoria «me ha dolido más todavía que el ataque a la tumba», ha dicho.

«Yo quería pensar que ya estábamos en otro tiempo y resulta que no», ha dicho muy amarga con la «cruel, indecente e imperdonable simetría moral» de los representantes de EH Bildu cuando condenan actos como la violencia machista pero con víctimas de ETA no pueden usar esa palabra.

Al respecto, ha alertado de que se siente «sola y abandonada» si piensa en que solo las víctimas son las que deben exigir pública y permanentemente esa renuncia al aplauso de los políticos de la izquierda abertzale a los etarras, y ha mostrado su «preocupación» porque el resto de partidos vayan aflojando esta presión.

En la misma línea, Nerea Barrios, hija del también asesinado por ETA José Luis Barrios ha reconocido el «dolor» vivido con el reciente ataque a la tumba de Buesa, y ha contado como experiencia propia de revictimización que, pese a que hace 35 años que mataron a su padre, aún hoy en redes sociales hay personas que aluden a la «campaña de desprestigio» que entonces se utilizó en el ámbito de la izquierda abertzale para sembrar dudas sobre la moralidad del asesinado.

Al igual que Marta, Nerea ha reconocido que con la desaparición de ETA «yo estaba en un momento en el que pensaba que la sociedad estaba avanzando, pero vi que de nuevo quieren manchar su memoria. En 35 años no hemos avanzado mucho. Saben que con eso están haciendo daño a una víctima y, aunque solo sea por un poquito de decencia humana, aunque lo pensaran, no deberían hacerlo», ha planteado.

«Actuar con generosidad»

También ella ha reconocido que intenta actuar «con generosidad» para acercarse a militantes de la izquierda abertzale para comprobar «qué nos une», pero ha señalado que «duele» ver cómo algunos de ellos reconocen su interés en reconstruir lo ocurrido, pero solo de un pasado reciente, «y yo no puedo empezar en 2010. Entiendo que les tiene que costar muchísimo mirar dentro, pero deben echar atrás, a sus miserias», aunque esto «duele, escuece y resulta incómodo», ha dicho como posible razón de la nula autocrítica.

No obstante, ha abogado por «usar la generosidad para acercarnos a ellos. Solo se hace un país con todos», ha planteado Barrios.

Más contundente, la presidenta de Covite y hermana del asesinado Gregorio Ordóñez, Consuelo, ha mostrado amargura con el «ejercicio de cinismo» de los líderes de la izquierda abertzale, que son «quienes siembran esa semilla que incita a ese tipo de comportamientos» como el ataque a la tumba de Buesa o seguir sembrando dudas sobre las actividades de Barrios.