EL TREN QUE LEVITA SOBRE LAS AGUAS
La balada del Alvia cambia el paso al tren a playero
Citas pomposas revisten las intervenciones políticas de la apertura de la Variante, en un evento que pasa de perfil por los daños colaterales en los acuíferos de León y las soluciones pendientes en alta velocidad
En Oviedo, se pudo comprobar que, si le escriben los discursos a Óscar Puente, no tienen en cuenta lo que decía hace apenas unos meses el ministro de Transportes. Aquello de que los territorios necesitan igualdad de oportunidades para prosperar en democracia chirría en boca del exalcalde de Valladolid, apenas una hora después de salir de León en dirección a Asturias. Puente fue el primero en sentenciar que la vía recién estrenada lo es entre Asturias y la Meseta, sin que haya en León accidentes geográficos que merezcan la pena tener en cuenta este territorio para el tránsito y la movilidad del país. Aquí Asturias, allá la meseta. El relato oficial anima al usuario y potencial viajeros a buscar un billete de tren para estrenar desde este jueves el paso bajo el palio de la Variante con un tren entre Gijón-La Meseta-Alicante, que es una posibilidad entre tantas.
Luego, con el libro de citas, salió a relucir lo que dijo fulanito de tal o cual sobre este asunto que nos tiene entre manos. Puente se inclinó por Quevedo, para marcar los tiempos entre lo que cuesta y lo que vale, igual que se marcan los tiempos entre el Alvia, que lleva un porrón de kilómetros a cuestas por las vías de España y el Avril, que cuando se estrene será capaz de parar el crono quince minutos antes que el atosigado 130.
El tren 0 en la variante no las tenía todas consigo; y llevó escolta durante el camino a León y Asturias. Hubo un tren sombra, por si el 10021 se quedaba inútil; un suponer. En las pantallas de León, el Alvia que avanzaba con mano de pintura hacia el norte, figuraba como charter; el 39031 no salía en el plasma. Parece un guión de ficción, de la misma forma que el túnel entierre 4.000 millones de euros y deje pasar 20 años para cocer en un horno que iba a tener los bollos tiernos en 2009. No citaron a Cambó, que suele salir a relucir en tardes como la de ayer después de las emociones del momento de correr la cortinilla a un túnel que ha dejado más que sudor y lágrimas, y un río de empleo para cinco mil personas, según uno de los ilustres oradores en la carpa de la estación de Oviedo, todos de Asturias. Así le encomendó a Barbón sus felicitaciones.
La variante es Asturiana. Más deberes para los políticos leoneses, que acudieron a los fastos, para abrir reivindicaciones a este bocado territorial, otro que le ha venido a meter el tren al valle del Bernesga y aledaños con eso de colarse bajo tierra. Se llama pinza, en el argot, a la alianza sellada entre la variante y la meseta, para estrujar el hueco que le queda a León en el mapa de las comunicaciones.
Mañueco sí se atrevió a sacar la cara por esa lista de asuntos a los que la oficialidad no suele mencionar en los estrados; las fuentes secas y los pueblos sin tren. Pasar por la Variante sin mojarse es un arte innato de los políticos; y un opción que evitó la ingeniería, capaz de envolver el túnel en otro túnel para que no pingara sobre las vías del tren, ni las galerías fueran un tren de lavado para el Alvia, recién pintado y luces led, que dejan como nueva a la composición y disimulan la evidencia de la fatiga.
En un Alvia subió Zapatero a la prensa cuando se dio por inaugurado el bypass que permitió el fondo de saco y la marcha atrás en León a los trenes que iban hacia el norte. Ya ha llovido tanto como agua se filtró hacia el túnel.
La gente se agolpaba en las puertas de acceso a los andenes inferiores de la estación pasante de León después de la tres de la tarde, mientras los informativos de televisión abrían ediciones con la buena nueva de que se estrenaba la vía de alta velocidad entre León y Asturias; en alguna tele dijeron León, sin riesgo para el empeño gubernamental de que no, que era la meseta.
Así que cuando llegó el tren de la meseta con destino a Asturias, al operativo de seguridad le había dado apenas tiempo para explicar tres veces que, ojo, ojo, que esto iba rápido, aunque era un Alvia y no un Avril, y los gráficos más adelante, bajo el tercer lucernario, más o menos, para inmortalizar el momento, y aire, al tren, y que ojo, ojo, que no había asiento. Los tiempos de espera con los de seguridad tienen pinta de previa en los campos de fútbol, mientras se riega el césped y se ajustan las pruebas de sonido. León es un lugar de paso. La estación, pasante ahora, también; así que este tren que pisa la senda de los trenes que iban hacia el norte (otra cita bárbara que se saltó el ministro de Transportes en una oportunidad única para elevar el tono de la lírica en el ambón de fin del viaje) abundó sin querer en esa postura de caminante en cruce de caminos.
El ministro de Transportes y Barbón sacaron a relucir a personajes ilustres para acompañar una intervención que en el caso del presiente asturiano prescindió de los papeles. «Hablo desde el corazón», dijo Barbón, que luego, mientras se acicalaba la foto final, saludó al alcalde de León, en señal de amistad entre buenos vecinos.
No citaron a Cambó. Y Cambó se merece citas en convocatorias de este calado. En vez de Cambó, Sánchez citó a Jovellanos, que también merece salir a relucir en momentos estelares que se van a archivar para que los niños de hoy y los españoles que están por llegar sepan que hubo gente que peleó hace años por mejorar la vida de los españoles. Que Asturias no necesitaba más que luces y comunicaciones, sentenció Sánchez, parafraseando al filósofo y político asturiano, mientras afuera arreciaba el que te vote chapote, en compás de dos por cuatro, como un tango en bucle.
En alguna intervención se intercaló también la alusión a la secuencia de la inauguración que abre una nueva era. Lo que no se cita, parece que no existe. En el tren, se sucedía como una salmodia 20 años y 4.000 millones. Nadie dijo que el agua recubre el túnel. Como un pantano.