Sánchez echa leña al ciclo electoral con la legitimación exprés de Puigdemont y Bildu
El PSOE confía en la sensibilidad de la España periférica pero ven con temor las campañas de Galicia y país Vasco
La amnistía a los encausados del ‘procés’ mil veces negada, el verificador que hasta hace poco se consideraba inaceptable, la rehabilitación política de un Carles Puigdemont al que se prometió poner ante la Justicia, la entrega del ayuntamiento de Pamplona a Bildu sin condena expresa del terrorismo de ETA... Pedro Sánchez sigue traspasando líneas que los propios socialistas tildaban hasta hace poco de infranqueables con más inquietud soterrada en sus filas de la aparente, pero convencido de que puede permitírselo en el corto plazo, a pesar del ciclo electoral que se avecina y para el que ya calienta motores.
En algunas federaciones socialistas, especialmente de la España central, más allá de los dominios de Emiliano García-Page, en Castilla-La Mancha, no ocultan su incomodidad e incluso su cansancio con los continuos sobresaltos a los que les abocan las decisiones con las que el jefe del Ejecutivo ha logrado mantenerse en la Moncloa y con las que pretende garantizar su continuidad. «Ya no hay quien haga política normal —se lamenta un dirigente territorial—. Un día es la deuda de Cataluña, otro Puigdemont, otro Pamplona. Si no fuera porque el PP se pasa de frenada...»
De momento, las voces de alarma apenas afloran en un partido prácticamente rendido al poder omnímodo de un líder que ha demostrado una capacidad para resurgir de sus cenizas fuera de lo común, pero existe un cierto sentimiento de desamparo arrastrado desde las pasadas elecciones de mayo, en las que los socialistas sufrieron una importante pérdida de poder autonómico y municipal.
Sánchez logró vencer a los pronósticos en las generales de julio, convocadas a modo de revancha, pero ese logro —una segunda posición airosa, amplificada por la imposibilidad del PP para gobernar— fue posible, gracias, en buena medida, al excelente resultado cosechado en el País Vasco y, sobre todo, en Cataluña. «Algún día, no muy lejano -advierte el citado dirigente- nos arrepentiremos de habernos olvidado de Andalucía, Galicia, Aragón, Castilla y León y Extremadura».
Quizá ese día llegue, pero lo que viene ahora, al margen de las europeas de junio, en las que no es infrecuente un voto de castigo al Gobierno, es un ciclo electoral en comunidades ‘periféricas’. Y pese a la mencionada inclusión en el grupo de preteridos de Galicia —probablemente, la primera en celebrar comicios en los primeros meses de 2024— en Moncloa y en Ferraz ven todas las citas que se avecinan una oportunidad para asestar un golpe en la moral de los populares, entregados a la denuncia de las cesiones al independentismo. Tras Galicia, vendrá el País Vasco y, ya a principios de 2025, si no hay adelanto, Cataluña, donde el PSC ya fue primera fuerza en 2021 aunque no pudiera gobernar.
En el PSdG creen que hay «opciones reales» de superar al BNG, convertirse en segunda fuerza con su candidato, Ramón Gómez Besteiro, y propinar una estocada simbólica a Feijóo arrebatando el poder a su sucesor, Alfonso Rueda. Ferraz está dispuesto a ir con todo. «No les recuerdo tan implicados desde 2005», dicen en el partido.
Los socialistas gallegos admiten, con todo, que las apuestas de Sánchez pueden generar desgaste. «Muchos alcaldes le culpan de haber perdido en mayo», reconocen. Pero tienen cierta confianza en que entre su electorado el rechazo a lo pactado con Junts no sea tan intenso que en otros lugares de España, en el tirón de Besteiro y el menor grado de conocimiento de Rueda.
En el País Vasco también se da por sentado que un «buen resultado», entendiendo como tal una subida de uno o dos escaños. En el PSE no niegan, pese a todo, que la operación de Pamplona les «complica la campaña». De entrada, su candidato, Eneko Andueza, ya se ha visto obligado a hacer un sobreesfuerzo para explicar lo que, según los socialistas vascos, es una obviedad, que no existe la más mínima posibilidad de una coalición con la formación ‘abertzale’, al alza en todos los sondeos, y que su intención es mantenerse en el «carril central» de los pactos con el PNV, con quienes gobiernan en coalición desde 2016. «No es solo lo que queremos nosotros, también es lo que quiere el PSOE; si lo miras con sentido práctico, a Sánchez no le conviene un choque con el PNV», dicen. El problema es que la moción de censura da aún más protagonismo del que ya ha ganado Bildu.