Cataluña elige hoy al próximo presidente de la Generalitat y el futuro del independentismo
Illa apunta a ganador este 12-M, pero asume que si Puigdemont suma será presidente y Sánchez quedará muy tocado
La legislatura llega a su Rubicón. Todos los actores políticos nacionales tienen claro que los comicios en los que algo más de 5,7 millones de catalanes decidirán mañana la composición del nuevo Parlamento de Cataluña no determinarán solo quién será el próximo presidente de la Generalitat. Los resultados pueden descompensar la compleja red de alianzas construida por Pedro Sánchez para sostener su Gobierno. Pero, en un plano más profundo, servirán también para validar o reprobar su estrategia respecto al independentismo.
Nada está escrito. Después de los óptimos resultados obtenidos en las generales del pasado 23 de julio -un 34,7% de los votos emitidos en la comunidad autónoma-, los socialistas daban por hecho algo que han venido confirmando todas las encuestas: que su candidato, Salvador Illa, volverá a ser el más votado y que está en condiciones de obtener un resultado histórico, desconocido desde los tiempos en los que el PSC competía contra Jordi Pujol, de alrededor de 42 escaños. Pero eso es casi lo único que apunta a la certidumbre.
A lo largo de la campaña, eclipsada en su primera semana por los cinco días en los que el jefe del Ejecutivo amagó con dimitir, tanto Illa como el PSOE se han esmerado en contrarrestar la idea, claramente instalada en el ambiente, de que, al margen de cuál sea su ventaja numérica, dejarán gobernar a Carles Puigdemont para no poner en riesgo el apoyo de Junts a Sánchez. «Ese - replican con desprecio en la Moncloa- es el sueño húmedo de la derecha».
Los socialistas tienen claro que ver a Illa convertido en presidente de la Generalitat supondría un poderosísimo mensaje de aval a una estrategia -la de los indultos, la derogación de la sedición y la mil veces negada amnistía- a la que llegaron más por la vía de la necesidad que de la convicción moral, pero que han acabado esgrimiendo como fórmula eficaz para la contención de un secesionismo que la derecha les acusa de alimentar y fortalecer. Insisten en que su opción preferente es un Gobierno en solitario y en que no regalarán nada.
En el Ejecutivo descartan además reacciones automáticas de Junts, pese a las amenazas de sus líderes, y esgrimen que desmontar el bloque de investidura es mucho más difícil de lo difícil que fue armarlo. «No creo que haya consecuencias en el Congreso -defiende un miembro del núcleo duro del partido y el Gobierno sobre la eventual búsqueda de alianzas de Illa para poder gobernar-. Si nosotros somos primera fuerza, como todo apunta, y ellos no suman, ¿qué nos pueden reprochar?».
El posible dilema de ERC. La reflexión conduce a la que, en realidad es hoy la verdadera partida: ¿habrá o no mayoría independentista? Si la hay estará liderada, según apuntan todos los sondeos, por el expresident prófugo. «Ese no es buen escenario - reconocen en el entorno de Sánchez-, porque Junts interpretará que es una invitación a continuar en la página del ‘procés’. Habrá que ver qué hace en ese caso ERC, pero seguramente la presión del mundo ‘indepe’ será muy fuerte». Alianza Catalana, la ultraderecha xenófoba de Silvia Orriols y sorpresa de la campaña, ha mostrado su disposición a un pacto en el que todo el secesionismo se ha negado, por escrito, a apoyarse.
En Moncloa admiten ya sin ambages que Junts se ha visto beneficiada por el «’efecto Puigdemont’». En 2021 su nombre también encabezó las listas del partido pero de manera puramente simbólica. La candidata a la Presidencia de la Generalitat era Laura Borràs. Los postconvergentes fueron tercera fuerza a un escaño de ERC, que empató en 33 con el PSC, el más votado. Ahora, con la perspectiva de poder regresar para ser «restituido» en el cargo gracias a la amnistía, que el Congreso aprobará definitivamente, en principio, el día 30, su ventaja sobre los republicanos es clara.
La peregrinación de sus simpatizantes para seguir sus mítines en el sur de Francia ha sido continua e intensa y en su partido sostienen que sus datos apuntan a que en la última semana (en la que la ley electoral impide publicar sondeos) han ido recortando distancias con el PSC hasta «pisarle los talones». Afirmación que los socialistas no desmienten. Las últimas contiendas han demostrado que el voto se decide en los últimos días.
Juego a dos bandas
Incógnitas
Todos los colegios electorales tendrán tabletas
La vicepresidenta de la Generalitat, Laura Vilagrà, ha dicho que en las elecciones catalanas de este domingo, «por primera vez» en España todos los centros de votación tendrán tabletas para introducir datos del escrutinio de cada mesa y colegio, mientras que hasta ahora no todos los colegios tenían tabletas.
En rueda de prensa este sábado en el Parlament, la también consellera de la Presidencia ha añadido que el sábado anterior se hizo un simulacro y funcionó, aunque hay alternativas (sistema telefónico) si fallaran las tabletas, que dan mucha más agilidad y proporcionan datos en tiempo real.
Además de introducir datos en las tabletas, los representantes de la Administración también podrán introducir una foto de todas las actas oficiales de todos los colegios y mesas, por lo que «con IA se podrá cotejar si hay algún error en relación a la introducción de datos manualmente».
Se han repartido 4.800 tabletas a los responsables de la Administración que deben introducir los datos.
Solo Junts abandera las esteladas en la 'Cataluña francesa'
El viernes, en el cierre de la decisiva campaña electoral que ha desplegado en el sur de Francia, Carlos Puigdemont afirmó exultante «que la gente de aquí, de la ‘Catalunya Nord’, se identifica con la catalanidad». El expresident aún huido, que desde hace dos meses ha trasladado su cuartel general a Argelès-sur-Mer -una localidad turística de los Pirineos Orientales a 30 kilómetros de su tierra natal- como paso previo al regreso a la ‘Catalunya Sud’ gracias a la amnistía, sacó pecho por la fortaleza de su «nación» partida por la frontera.
Poco antes de ese acto final en Elna, convertida junto a Argelès en la otra ‘capital’ del soberanismo en «el exilio», Junts se esmeró en mostrar a franceses catalanes «independentistas de toda la vida» con entrevistas supuestamente espontáneas a vecinos orgullosos de encontrarse con sus ‘hermanos del sur’. Sin embargo, la realidad de la región en la que Puigdemont ha instalado su corte no es la de los mítines. Ni en Argelès ni en Elna se ve una sola estelada. Y encontrar una senyera resulta complicado si se exceptúan los emblemas de Occitania, que lucen los mismos colores.
Elna, el pueblo convertido en la Jerusalén del independentismo porque allí se ocultaron las urnas del 1-O y porque ha sido el primer municipio galo en ‘oficializar’ el catalán, están engalanadas con la tricolor francesa.