TERRORISMO EXPLOSIVOS
El acusado de enviar cartas bomba a la Policía al ser detenido: "Me gusta la marquetería"
Pompeyo González, el jubilado de 74 años acusado de enviar seis cartas explosivas en 2022 al presidente del Gobierno, a la ministra de Defensa, a la empresa Instalaza en Zaragoza, a las embajadas de Estados Unidos y Ucrania y a la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), negó la autoría de estos envíos cuando fue detenido.
Pompeyo González, el jubilado de 74 años acusado de enviar seis cartas explosivas en 2022 al presidente del Gobierno, a la ministra de Defensa, a la empresa Instalaza en Zaragoza, a las embajadas de Estados Unidos y Ucrania y a la Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), negó la autoría de estos envíos cuando fue detenido.
"Os habéis confundido, a mí me gusta la marquetería" se justificó cuando en su casa de Miranda de Ebro (Burgos), y en la basura que había arrojado al contenedor durante los cinco días que estuvo sometido a vigilancia, se encontraron materiales utilizados para elaborar los sobres explosivos: fundamentalmente tornillería y fósforos de cerillas.
Así lo ha relatado uno de los responsables de las vigilancias y posterior detención del acusado en el juicio que ha comenzado este lunes en la Audiencia Nacional.
La fiscal pide para él 22 años de cárcel por un delito de terrorismo y otro de fabricación, tenencia, colocación y empleo de aparatos explosivos, así como que indemnice con 1.500 euros al trabajador de la embajada de Ucrania que resultó herido al manejar una de las cartas.
El acusado, que se encuentra en libertad provisional, ha pedido declarar una vez que comparezcan los peritos y testigos, con lo que en esta primera jornada han desfilado ante el tribunal los agentes que intervinieron en la investigación de estos artefactos, todos ellos detectados sin llegar a explotar, a excepción del enviado a la embajada de Ucrania.
Los agentes han explicado cómo localizaron al acusado gracias a las pesquisas en los CTA (Centro de Tratamiento Automatizado) de Valladolid y Burgos a través de tres paquetes que fueron recepcionados sin matasellos.
Descubrieron que por el grosor de los paquetes estos no podían pasar por la maquinaria que los matasella, por lo que pasaban a ser matasalledos a mano por una funcionaria que pasa un rodillo y de cada 20 o 30 paquetes solo se matasellan dos o tres.
Tras unas serie de comprobaciones sobre los buzones desde los que pudieron ser enviados llegaron a la conclusión de que habían salido de la ciudad de Burgos, dos en un mismo camión y el tercero en otro, por lo que se entrevistaron con los camioneros.
Emilio, el conductor del camión que llevaba el artefacto que fue a Presidencia del Gobierno, les aseguró casi al cien por cien que venía de la central de Burgos, lo que después corroboraron por el visionado de las cámaras de los CTA.
Una vez identificado el sospechoso, los agentes comenzaron a revisar la basura que tiraba y desde un primer momento encontraron tornillería cortada de forma muy parecida "a lo que habíamos visto", ha recalcado el policía responsable de estas vigilancias.
Las vigilancias se prolongaron unos cinco días en los que los agentes llegaron a conocer el contenido de la basura del acusado: "Siempre tenía endivias...no había duda de que eran bolsas de él".
En una de las bolsas, que solo fotografiaban y no retiraban para no levantar sospechas, hallaron unas doscientas y pico cerillas, de las que menos de la mitad habían sido raspadas y el resto aparecieron quemadas al intentar quitarles la cabeza de fósforo.
Alguno de los sobres contenía cartuchos de caza y cerillas, de hecho el fósforo rojo de las encontradas en la basura era coincidente con el del artefacto interceptado en la madrileña Base de Torrejón, según el relato de este agente, al que le sorprendió el uso de cerillas para fabricar explosivo.
Una vez cotejado el ADN se procedió a la detención y, ante el temor de que pudiera llevar un artefacto encima, valoraron pedir ayuda a los GEO hasta que pensaron que sería suficiente hacerle "una pequeña llave" para reducirle, ha explicado el policía.
Sin embargo, y pese a esos temores, cuando le arrestaron "estaba muy tranquilo" y fue en ese momento cuando les dijo que se habían equivocado de objetivo porque él era un aficionado a la marquetería y el bricolaje.
Tampoco descarta este agente que el acusado se percatase de la presencia policial y que poco antes de la detención se desprendiera de algo y limpiase el piso.
Según su declaración, el sospechoso "era muy maniático", siempre tomaba medidas de seguridad y salía de su casa a la misma hora, las 9:45, y volvía a las 12:00.
Sin embargo, el día anterior a su arresto hizo "cosas raras", movimientos que no eran los habituales, lo que le hace pensar que tratara de eliminar pruebas.
El juicio continúa este martes con la declaración de personal de seguridad de Presidencia del Gobierno, de la Embajada de Ucrania, de Instalaza, de la Base de Torrejón, del Ministerio de Defensa y de Correos, y una vez que comparezcan llegaría el turno del acusado.