Diario de León

Sánchez retira al embajador, una decisión inédita que no se ha usado con Perejil o Putin

Este es el último escalón antes de la ruptura total de relaciones diplomáticas o de una declaración de guerra

Imagen de las principales portadas de los periódicos argentinos. JUAN IGNACIO RONCORONI

Publicado por
Melchor Saiz Pardo
Madrid

Creado:

Actualizado:

La gravedad de la decisión del Gobierno de retirar de forma permanente la embajadora en Buenos Aires como forma de protesta diplomática tras los insultos de Javier Milei a Pedro Sánchez y a su mujer apenas tiene un precedente lejano en la historia de la democracia española: la crisis con Guatemala en 1980, pero aquello fue por un episodio tan grave y cruento como el sangriento asalto militar de la legación española.

España ni siquiera llegó tan lejos como este martes con la retirada de la embajadora María Jesús Alonso en la mayor crisis diplomática a la que se ha enfrentado el país desde la muerte de Francisco Franco: la invasión del islote de Perejil en julio de 2002. Entonces, el Gobierno de José María Aznar, como respuesta al refuerzo del destacamento que había tomado el peñasco unos días antes, el 16 de julio de aquel año se limitó a la «retirada de forma inmediata y con carácter indefinido», que no permanente, del embajador en Rabat.

El Ejecutivo de Sánchez en febrero de 2022, después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, tampoco retiró su embajador. España, como otros países, expulsó a parte de los funcionarios de la Embajada rusa en Madrid, pero mantuvo al embajador en Moscú. El Kremlin, por su parte, expulsó por reciprocidad a otro puñado de diplomáticos españoles en Moscú, pero mantuvo (y mantiene) a su embajador en Madrid.

Y es que la retirada permanente de un embajador está entre los escalones más altos de la protesta diplomática, solo superado por la ruptura total de relaciones diplomáticas (medida que España solo tomó hace 44 años cuando el Ejército guatemalteco entró a sangre y fuego en la legación hispana para desalojar a unos campesinos provocando 39 muertos, incluido personal diplomático) y la declaración de guerra.

Aunque no hay un escalafón oficial de grados de protesta diplomática, la práctica entre países coloca a la retirada permanente del jefe de la legación diplomática como escalón previo a esa ruptura total de relaciones, que implicaría una declaración oficial y conllevaría retirar a todo el personal de la embajada, así como como cortar lazos y comunicación. A partir de ese momento, los intereses españoles en Argentina deberían ser representados por algún otro país ‘amigo’ o aliado.

La retirada permanente está por encima de la retirada indefinida (‘sine die’, como la calificó el ministro José Manuel Albares el domingo cuando la anunció), de la llamada a consultas del embajador propio, de la convocatoria del embajador del país extranjero a Exteriores, de la nota verbal, o de la declaración de persona ‘non grata’ del embajador del otro estado.

España no ha llegado nunca a retirar su embajador en Londres ni siquiera a llamarle momentáneamente a Madrid a pesar de los constantes encontronazos con el Reino Unido a cuenta de los continuos incidentes en Gibraltar. Estos desencuentros se han venido resolviendo siempre con simples notas verbales.

La última llamada a consultas de España la realizó el propio José Manuel Albares en 2021 con la embajadora española en Managua (Nicaragua). Una acción que realizó el Ejecutivo de Sánchez después de que la Cancillería nicaragüense denunciara injerencias por parte de España y se recurriera a los GAL o a Cataluña para criticar al gobierno socialista. Hasta la actual crisis con Argentina, los roces diplomáticos más recientes con Iberoamérica habían sido con Venezuela, aunque los desencuentros fueron muy graves durante la pasada década, nunca se llegó a la retirada permanente del embajador. En abril de 2015, el Ejecutivo de Mariano Rajoy llamó a consultas al jefe de la legación en Caracas después de que Nicolás Maduro acusara al Gobierno español de «apoyar al terrorismo» en su país y de formar parte de una «conjura internacional» para derrocarlo. Un año después, Madrid volvió a llamar a consultas a su embajador ante los «intolerables insultos» de Nicolás Maduro y su «actitud impropia».

tracking