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El fracaso de Sumar devuelve a la izquierda a la casilla de salida de 2014

Diez años después de la irrupción de Podemos, el espacio político trata de reequilibrar sus fuerzas

Yolanda Díaz el día de su dimisión de Sumar. SERGIO PÉREZ

Publicado por
Miguel Ángel Alfonso
Madrid

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Los resultados de la noche electoral del 9 de junio tuvieron el mismo efecto, una década después, que el recuento de las europeas del 25 de mayo de 2014:_iniciaron un profundo proceso de transformación en la izquierda. Si hace diez años las urnas refrendaron el ascenso de Podemos, que se convirtió en la fuerza hegemónica del espacio política hasta su llegada al Gobierno de coalición en enero de 2020, la cita celebrada hace dos semanas puso fin al proyecto que Yolanda Díaz —ungida sucesora por Pablo Iglesias— había levantado para convertir a Sumar en la marca aglutinadora de las izquierdas territoriales y estatales a la izquierda del PSOE.

La aspiración, históricamente llena de obstáculos, ha sido barrida por los malos resultados en los comicios gallegos, vascos, catalanes y europeos; estos han desembocado en la dimisión de la propia Díaz al frente de sus cargos en el partido —aunque seguirá coordinando la acción ministerial y controlando a los 27 diputados del grupo parlamentario—; y han dado pie a que organizaciones como Izquierda Unida, Más Madrid o los comunes hayan visto la oportunidad de recuperar el protagonismo que les restaba el hiperliderazgo ejercido por la vicepresidenta segunda del Gobierno.

Con Sumar resignado a convertirse en un partido más y bajo una dirección colegiada e interina hasta su congreso de otoño —formada por Elizabeth Duval, Lara Hernández, Txema Guijarro y Rosa Martínez—, la plataforma que hasta hace dos semanas lideraba Díaz lo fía todo a la convocatoria de una «mesa de la coalición» para analizar el escenario de manera conjunta y trazar una estrategia con el resto de fuerzas, que hasta ahora no tiene fecha. Esperan, aseguran fuentes de la formación, a que el resto de organizaciones «concluyan su proceso de reflexión».

Todas las partes implicadas en este proceso coinciden en señalar «la virtud» de no tener otro ciclo electoral a la vista, aunque todo penda ahora de una eventual repetición en Cataluña. Quieren evitar «las prisas de las urnas» que rodearon la coalición que se presentó bajo la marca Sumar en las generales del 23-J y en la que estaba presente incluso Podemos. Pero a ninguno de los actores se les escapa que la situación política catalana podría desestabilizar el tablero y llegar a provocar un adelanto de las generales tras el verano.

Liderazgo en cuestión

El primer dirigente en mover ficha fue Antonio Maíllo, que inauguraba su liderazgo en Izquierda Unida días antes del inicio de la campaña de las europeas. Su amplia victoria en las primarias de la formación, con el 53,4% de los votos frente al 23,4% de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, cargaron de razones al nuevo coordinador federal de la formación para reivindicar ante Díaz el papel aglutinador que los suyos habían perdido tras la irrupción de Podemos.

Maíllo ha ido desarrollando esa idea en sus declaraciones públicas advirtiendo de que la futura relación entre todos los partidos del espacio político «debe ser más horizontal y democráctica» y poniendo incluso en cuestión la posición de Díaz. «Si tú acabas de dimitir, la voluntad que tú expresas es que no quieres dirigir un espacio político. Es de sentido común», ha sostenido.

Todo ello mientras evita aún reconocer la autoridad de la vicepresidenta.

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