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La crisis interna y la aversión al PSC abren al puerta al veto de ERC a Illa

Los varapalos electorales a repetición de ERC obligan a buscar negociar con el Gobierno

El candidato del PSC a president del de la Generalitat catalana, Salvador Illa. ALEJANDRO GARCÍA

Publicado por
EFE
Barcelona

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Entre el desencanto, el estupor y la indignación se mueven las bases de ERC, unos 8.700 militantes que deberán dar el visto bueno definitivo al acuerdo que negocian sus equipos negociadores con el PSC para la investidura de Salvador Illa.

La portavoz de ERC, Raquel Sans, alertó de la «desconfianza» que detecta hacia el PSOE entre la militancia. Ese es uno de los escollos para convencer a las bases, pero no el único, admiten voces de la dirección, conscientes de que el partido lleva más de dos meses en el ojo del huracán.

ERC acumula cuatro varapalos consecutivos en las urnas: en las últimas generales, municipales, catalanas y europeas. Un ciclo electoral pésimo que coincide con el abandono de la vía unilateral hacia la independencia y la apuesta por la negociación con el Gobierno del Estado para encauzar el conflicto político catalán.

Un diálogo que los republicanos reivindican que ha dado frutos -indultos, derogación de la sedición y amnistía- y ha tenido lugar mientras la Generalitat la presidía Pere Aragonès, primer jefe del ejecutivo catalán de ERC desde la restauración de la democracia.

Estupor por la crisis interna

La nefasta noche del 12 de mayo llevó a Aragonès a anticipar que abandonará la primera línea política y pedir que se asuman «responsabilidades colectivas». A partir de ahí, la pugna interna, comenzó a aflorar.

El tándem que desde 2011 formaban el presidente, Oriol Junqueras, y la secretaria general, Marta Rovira, llegaba así a su fin: el primero dimitió, con la voluntad de retomar el liderazgo del partido más adelante; la segunda optó por seguir los pasos de Aragonès. El futuro de ERC se dirimirá en un congreso el 30 de noviembre.

Indignación por los carteles contra Maragall

Las aguas bajaban turbias y solo faltaba que se destapara el origen de la campaña contra Ernest Maragall y su hermano Pasqual. Una investigación periodística reveló que los carteles salieron de las filas del propio partido para generar un movimiento de solidaridad hacia el entonces alcaldable de ERC por Barcelona.

La polémica se mezcló con la pugna interna y llevó a Maragall a darse de baja como afiliado. Militantes consultados están convencidos de que el único objetivo de la «aristocracia» del partido -así la definen algunos afines a Junqueras- es defender sus propios intereses.

Un caldo de cultivo propicio para el castigo

A ello se suma la suspensión ‘sine die’ del congreso de Barcelona que debía avalar entrar a formar parte del gobierno del socialista Jaume Collboni. La movilización de los partidarios del ‘no’, más por el momento de la consulta que por el contenido del pacto, hizo que la sala elegida se quedara pequeña.

Una sucesión de episodios, que se añaden a la poca simpatía que despierta Illa en las filas de los republicanos, que hace temer a cargos de la dirección que las bases se revuelvan contra el pacto.

Incertidumbre

El futuro de ERC se decidirá entre Rovira y Junqueras en un congreso el 30 de noviembre

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, señaló que el tema de la financiación sigue siendo el principal obstáculo para alcanzar un acuerdo con el PSC que permita la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat y ha subrayado que sería un «salto importante» que el IRPF fuera el primer tributo que pueda recaudar la agencia tributaria catalana.

En una entrevista que publica hoy el diario «El País», Rovira, que encabeza la delegación de su partido en las negociaciones con el PSC, señala que «los flecos que quedan pendientes son muy importantes para garantizar que el acuerdo es sostenible en el tiempo, que un eventual cambio de Gobierno no implicará que se desmonte» y subraya: «sobre todo en la financiación».

Respecto al motivo de que su partido descarte el Consorcio Tributario que ofrece al PSC y figura en el Estatut, afirma que «el Consorcio nos recuerda a la relación de minoría de edad que tenemos con el Estado español».

«A día de hoy, el Gobierno nos comunica o traspasa un anticipo y es como la paga que das a tu hijo pequeño para que espabile con sus caprichos».