Puigdemont blande su detención para frustrar la investidura «españolista» de Illa
El fugado publicó ayer una carta para advertir de su vuelta con el fin de avivar las brasas del proceso secesionista
Siempre muy activo en las redes sociales, Carles Puigdemont había guardado un calculado silencio desde que el lunes por la tarde la ejecutiva de Esquerra dio el visto bueno al acuerdo con el Gobierno y el PSC para investir a Salvador Illa a cambio de la soberanía fiscal para Cataluña.
El viernes, tras conocerse el ajustado aval de las bases de ERC al pacto, Junts, que ha ejercido presiones junto al soberanismo más radical para tratar de condicionar el pronunciamiento de los militantes republicanos, lo calificó de mala noticia.
Ayer, Puigdemont ha roto su mutismo con una carta abierta de tres páginas en las que se ratifica en su decisión de regresar para la sesión de investidura —no precisa el momento exacto— con la determinación de convertir su arresto y posible ingreso en prisión en su última bala para impedir que el candidato socialista sea president y dotarla, al tiempo, de sentido político para reavivar las brasas del ‘procés’ secesionista. «Haremos valer nuestros votos para seguir avanzando hacia la independencia», ha apostillado Junts, en advertencia al Ejecutivo de Pedro Sánchez, tras reunir a su ejecutiva y hacer suyo el pronunciamiento de su jefe de filas.
Puigdemont justifica su escrito de este sábado en su respeto al proceso interno abierto en las filas de Esquerra que ha conducido a la ratificación, con una exigua mayoría del 53,5%, de la alianza suscrita por la dirección interina encabezada por Marta Rovira con los socialistas para dotar a Cataluña de un concierto económico propio como precio para que el PSC recupere el Palau de la Generalitat 14 años después. El líder de Junts, huido de la justicia española desde hace casi siete años y excluido por el Supremo de la amnistía al mantenerlo imputado por malversr dinero público en el referéndum del 1-O, evita cargar las tintas contra los republicanos.
Pero la atribución de responsabilidades políticas es evidente, con «la represión» como aldabonazo. Es el aval de la militancia de ERC a Illa al frente de un Govern «españolista» y «negativo» por ello para Cataluña —escribe Puigdemont— lo que hace que su detención se haya convertido «en una posibilidad real de aquí a muy pocos días».
Una vez más, y como ya hizo en el mitin en suelo francés, a una treintena de kilómetros de la frontera, en el que se reafirmó en sus intenciones hace justo una semana, Puigdemont no clarificó el momento exacto de su retorno de alto voltaje. De momento no hay fecha cerrada para la celebración del pleno de investidura, a la espera de que el presidente del Parlament, el dirigente de Junts Josep Rull, se reúna el lunes con Illa y el resto de grupos en la Cámara para fijarla, con el miércoles 7 de agosto en el radar. Rull ya ha anticipado que, si llegara a darse el caso, impedirá que el jefe de filas de su partido sea arrestado en el hemiciclo.
La decisión del Supremo de no aplicar la amnistía a Puigdemont ha transformado en hecho cierto que será detenido y muy probablemente enviado a prisión en cuanto cruce a territorio catalán. A partir de ahí, es una incógnita qué devenir procesal tendrá ese movimiento que combina el desafío político y judicial con una inyección emocional al secesionismo más inflamado contra Illa y el apoyo obtenido de ERC. En todo caso, el expresident dice en su carta estar preparado para todo. Y enfatiza que ya sabe lo que es ser retenido por la determinación del juez Pablo Llarena de perseguirlo y sufrir «campañas de deshumanización» de su figura en más de seis años de «exilio».
Puigdemont ha hecho pública su misiva a través de X de manera inesperada, toda vez que estaba anunciada una ejecutiva telemática de Junts para este sábado paralela a la del PSC.