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El Estado confió en la buena fe de Puigdemont y no diseñó una operación de captura

El jefe de los Mossos reconoce que «no lo vimos venir» y el consejero se queja del «comportamiento impropio» de Puigdemont

El comisario jefe de los Mossos d,Esquadra, Eduard Sallent durante la rueda de prensa ofrecida este mediodía ante las críticas por su actuación en la fuga del expresidente Carles Puigdemont tras regresar fugazmente a Barcelona, pese a tener una orden de detención. EFE/Quique Garcia

Publicado por
Melchor Saiz Pardo
Barcelona

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Más de dos horas y media de explicaciones para intentar explicar lo inexplicable y terminar reconociendo que Carles Puigdemont engañó por completo a los Mossos d’Esquadra. O más bien, para admitir que la policía autonómica, de una forma increíblemente pueril, cayó en el engaño del huido al fiarse de la supuesta buena fe del expresident de la Generalitat, cuando dio a entender que volvía a Cataluña después de siete años para intentar entrar en el Parlamento y participar en la sesión de investidura de Salvador Illa. Así las cosas, la cúpula de los Mossos vino a reconocer tras dar muchas vueltas que, en realidad, el jueves por la mañana en los alrededores del Arco del Triunfo, cerca del parque de la Ciudadela donde se ubica el Parlament, como tal no había una verdadera operación de captura del prófugo porque la Policía catalana dio por sentado que el huido no iba a gastarles una jugarreta y que no habría problema para capturarle una vez que intentara pasar el primer filtro de control para acceder a la Cámara.

Si extrañas fueron estas explicaciones de un cuerpo policial admitiendo que no investigó lo más mínimo las intenciones reales del huido más famoso de España, tampoco le anduvieron a la zaga las argumentaciones de que la «masa» fue la que impidió el arresto. «No lo vimos venir», fue la demoledora frase el jefe de los Mossos d’Esquadra, Eduard Sallent, en el momento más crítico de su carrera y de los otros dos comparecientes en esa eterna rueda de prensa: el consejero de Interior catalán, Joan Ignasi Elena i Garcia, y el director general de la Policia de Cataluña, Pere Ferrer. Carles Puigdemont llegó a pie al acto de recibimiento en el Arco del Triunfo de Barcelona del jueves. A las 8:55, caminó a lo largo de la calle Trafalgar, que da acceso al icónico arco.

En las imágenes se ve que a esa hora no había apenas nadie en aquella calle aledaña al paseo de Lluís Companys, más allá de algún vecino sorprendido. Sin embargo, Eduard Sallent alegó este viernes que fue imposible arrestar al prófugo porque una gran cantidad de simpatizantes impidió acercarse a él y por la precipitación con la que se produjeron los hechos. Sallent, que negó cualquier pacto con el entorno de Puigdemont para dejarle escapar, abundó en la tesis de que el fracaso de la operación de captura se explica porque la fuga se produjo con «mucha rapidez», lo que provocó que los hechos se sucedieran «de una manera distinta a lo previsto». «Fue una entrada rápida» y además «abandonó con gran rapidez la tarima», lo que pilló a contrapié a los funcionarios comisionados para la detención. Tras ello, «los efectivos que estaban allí intentaron la aproximación al objetivo», pero la gran afluencia de personas «configuró un muro y no nos dejaron acceder», lamentó Sallent.

El máximo responsable uniformado de los Mossos no pudo explicar por qué no había un número suficientes de agentes de paisano o uniformados en los alrededores del escenario -y en particular en su parte trasera-, donde el exjefe de Gobierno tenía previsto dar su discurso, de unos cinco minutos de duración, ante 3.500 seguidores. «Se dio un escenario que no se cumplió», se limitó a argumentar, apoyándose en el hecho de que todo parecía indicar que la voluntad de Carles Puigdemont era la de «entrar en el Parlament» y dinamitar la investidura. «Creo que no somos los únicos que no lo vimos venir», terminó por reconocer Sallent, que llegó a pedir disculpas por este ineficaz operativo, aunque sobre todo se dedicó a presentar a los Mossos como víctimas de Junts.

Pero acto seguido, Sallent reivindicó como correcta la decisión de no arrestar a Puigdemont una vez se bajó de escenario por motivos de seguridad. «No es el lugar donde se tenía que llevar a cabo la detención por congruencia y oportunidad.

El entorno de Carles Puigdemont, por su lado, sigue negando tajantemente que hubiera un acuerdo, aunque no fuera explícito, con los Mossos d’Esquadra para que el expresidente, después de su intervención el jueves ante los suyos se dejara apresar a las puertas del Parlament de manera tranquila y sin incidentes.

Sin embargo, el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, abundó de manera tácita en la tesis exculpatoria de la ‘traición’ del expresident y que la policía catalana no logró apresar al prófugo porque el «operativo no estaba preparado para un comportamiento tan impropio» como el que tuvo Puigdemont. Unas palabras en las que algunos entendieron que el conseller estaba insinuando que el huido podría haber comprometido su palabra, pero que en lugar de cumplirla se volvió a dar a la fuga y no se ‘entregó’ en el control de entrada de la cámara en el parque de la Ciutadella.

Faltó a su palabra

El consejero de Interior dio a entender que Puigdemont no cumplió su palabra y huyó