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Sánchez se aferra a su carisma internacional ante los reveses judiciales y parlamentarios

Von der Leyen, Sánchez y el presidente de Mauritania. POOL MONCLOA/ BORJA PUIG DE LA BELLACASA

Publicado por
ANDER AZPIROZ
Madrid

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Nueve meses después de ser investido por tercera vez presidente del Gobierno puede asegurarse que las únicas satisfacciones políticas para Pedro Sánchez le han llegado a través de la política exterior. En el plano interno se ha enfrentado a una debilidad parlamentaria que solo le ha permitido aprobar en el Congreso cinco leyes, la más polémica la de amnistía para los acusados por el ‘procés’. Peor aún le ha marchado al líder socialista en la vertiente judicial con su esposa, Begoña Gómez, y su hermano, David Sánchez, investigados por presuntos delitos de corrupción.

Desde que asumió la Presidencia en junio de 2018 tras derribar a Mariano Rajoy con una moción de censura, Sánchez ha demostrado que sabe nadar como pez en el agua dentro de la diplomacia internacional. Le ayuda sin duda su manejo de los idiomas. Además de ser el primer presidente del Gobierno en hablar un inglés impecable, se desenvuelve con soltura en francés, italiano y portugués.

El de líder internacional es un papel que entusiasma al jefe del Ejecutivo, quien de cara al inicio político tiene diseñada una intensa agenda de cara al exterior. Nada más finalizar sus vacaciones, el presidente del Gobierno se desplazará entre los días 27 y 29 de agosto a Mauritania, Gambia y Senegal para tratar de aliviar la crisis migratoria que ha saturado en los últimos meses los servicios de acogida de las Islas Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

Ya en la segunda semana de septiembre Moncloa tiene cerrado un nuevo viaje a China. El gigante asiático es un socio comercial primordial para España. Según los datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, a nivel exportador, China es el primer mercado en Asia para las empresas españolas, y el undécimo a nivel mundial, representando un 2% de las exportaciones españolas totales en 2022. En este nueva visita el presidente español inaugurará el Instituto Cervantes de Shanghái. Además participará en el Foro del Consejo España-China y la Asociación para la Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero.

Planes a largo plazo

Una cita a la que nunca falta es la de apertura del curso de la Asamblea de Naciones Unidas, que se celebrará a partir del 24 de septiembre en Nueva York y servirá de despedida a Joe Biden, con el que Sánchez ha tejido una relación cercana a lo largo de los últimos cuatro años. G20 e Iberoamérica En noviembre próximo el presidente del Gobierno volverá a cruzar el Atlántico para acudir a la cumbre del G20 en Río de Janeiro los días 18 y 19. España, aunque no es miembro oficial, sí es un invitado permanente a las reuniones de este club que reúne a las principales economías del mundo. También en noviembre se desplazará a Ecuador para participar en la XXIX Cumbre Iberoamericana, y donde recogerá el testigo para la siguiente cita que se celebrará en 2026 por cuarta vez en España, tras las de Madrid, Salamanca y Cádiz. 

Siguiendo la máxima de Sánchez de que esta legislatura se agotará hasta su fin en 2027, el Ministerio de Asuntos Exteriores publicó un comunicado el martes en el que remarcó que ya se trabaja para fortalecer los lazos entre los países de ambos lados del Atlántico y revitalizar una alianza que nació en 1991 por el impulso del rey Juan Carlos, y los presidentes español Felipe González y mexicano Carlos Salinas de Gortari, pero que a día de hoy languidece y apenas se mantiene en pie por los fondos que desde Madrid se aportan a su funcionamiento.

No todo va a ser un camino de rosas para Sánchez en la esfera internacional. A los problemas que se le acumulan a nivel interno se suman crisis exteriores en las que España se ve involucrada. La más actual es la sospecha del fraude electoral en Venezuela que el pasado 28 de julio habría arrebatado el triunfo en las elecciones al candidato opositor Edmundo González. Hasta ahora el ala socialista del Gobierno se ha limitado a reclamar al régimen de Nicolás Maduro que publique las actas de la votación, una postura diplomática en la que el PP ha encontrado un flanco por el que atacar y denunciar que Sánchez evita defender la democracia en Venezuela en connivencia con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien media entre el chavismo y las fuerzas opositoras desde 2015. Otra tarea pendiente es la de tratar de reconstruir puentes con el Gobierno de Argentina. Un objetivo que se antoja impensable dada la indisimulada animadversión que se profesan Sánchez y su homólogo Javier Milei. 

En la agenda internacional que se maneja en Moncloa y Exteriores aún quedan muchos otros asuntos subrayados en rojo. En noviembre el Gobierno español cruzará los dedos para que la demócrata Kamala Harris confirme su vuelco a las encuestas y venza en las presidenciales de Estados Unidos al republicano Donald Trump. De regresar el magnate a la Casa Blanca se da por hecho que Israel tendrá las manos libres para proseguir su guerra en Gaza pese al riesgo de una escalada internacional y de que Ucrania verá reducida de forma drástica la ayuda militar de Washington para que Volodímir Zelenski se vea obligado a negociar la cesión a Rusia del este del país. Son dos conflictos en los que el Gobierno de España y Sánchez se han posicionado de forma clara y en ningún caso en favor de los posibles ganadores en caso de victoria de Trump.