Diario de León

La resistencia de Gibraltar dificulta el acuerdo definitivo sobre el Peñón

El ministro principal rechaza la presencia de policías españoles en el Peñón y frena el pacto

Vista del Peñón de Gibraltar. EFE/A.Carrasco Ragel

Vista del Peñón de Gibraltar. EFE/A.Carrasco Ragel

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Álvaro Soto (Colpisa)
Madrid

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El optimismo ante la inminencia del acuerdo ‘post-brexit’ entre España, la Unión Europea, Reino Unido y Gibraltar ha tornado en incertidumbre en las últimas semanas. Las señales positivas que enviaban todas las partes se han vuelto ahora más tibias, coincidiendo casi con los gritos de los jugadores de la selección, ‘Gibraltar es español’, durante la celebración de la victoria en la Eurocopa.

El Gobierno del Peñón trata ahora de enfriar un pacto que considera que socavaría su integridad territorial en los términos en los que ahora se negocia. El documento que debe sentar las bases sobre el nuevo estatus de la colonia recibió dos empujones el 12 de abril y el 16 de mayo, en sendas reuniones en las que participaron el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares; su entonces homólogo británico, el conservador David Cameron; el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo.

Tirar la Verja

Los negociadores hablaron entonces de la demolición de La Verja, la frontera entre la colonia y España, y también se pactó que el control de los pasajeros que lleguen a Gibraltar, desde donde podrán desplazarse por todo el espacio Schengen (sin fronteras), estará en manos de la agencia europea Frontex, a su vez supervisada por las fuerzas y cuerpos de seguridad españoles. En una respuesta al PP en el Senado, el Gobierno aseguró que los policías españoles podrán moverse «libremente por el recinto fronterizo, de uniforme y portando armas».

Y aquí es donde han comenzado a saltar las alarmas en Gibraltar. Estas palabras indignaron al ministro principal del Peñón, la parte más dura en el diálogo cuatripartito.

«Esa no era la posición que yo había entendido en la sala de negociaciones», afirmó en el periódico Gibraltar Chronicle Picardo, airado contra la posible presencia de «botas españolas» en el Peñón. «El tambor nacionalista es el más fácil de hacer sonar, aquí y allá», avisó. Por su parte, España también da por hecho que el aeropuerto del Peñón será de uso conjunto y que se reanudarán los vuelos con Madrid y Barcelona, que ya funcionaron entre 2009 y 2011. Sobre economía, el acuerdo apunta a una progresiva armonización fiscal entre el Peñón y el territorio español que lo rodea y busca garantizar los derechos laborales de los 15.000 trabajadores que todos los días cruzan desde el Campo de Gibraltar al Peñón. El Ministerio de Exteriores español sigue viendo cerca el pacto.

El disuelto Comité de Control Europeo consideraba que si se establecían controles Schengen en el aeropuerto del Peñón, en lugar de en el pasó fronterizo de La Línea, «la frontera de Gibraltar sería británica solo por el nombre», y alertaba de la posible implantación de registros biométricos que causarían «retrasos significativos» para los gibraltareños que regresaran a sus casas o para los británicos en general.

La razón

El Gobierno del Peñón trata ahora de enfriar un pacto que considera que socavaría su integridad
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