Sumar encara el debate sobre su futuro en crisis y con Yolanda Díaz cuestionada
Pierde fuelle ante IU, Compromís o Más Madrid y se resiste a organizar una mesa de partidos
Tres meses después de que Yolanda Díaz dejase a un lado sus cargos de responsabilidad al frente de Sumar por los malos resultados cosechados el último ciclo electoral, el proyecto que la vicepresidenta segunda diseñó como plataforma para agrupar a toda la izquierda bajo un mismo paraguas sigue sin dar señales de vida. Desplazada por el resto de aliados que se agrupaban bajo la marca, como Izquierda Unida, Más País o Compromís, Movimiento Sumar —el nombre oficial con el que fue registrado el partido y que ahora usan sus dirigentes— se ha convertido en una formación más de una constelación que ha pospuesto a este otoño el rediseño del modelo para afrontar las próximas citas con las urnas. Pero ya no es la nave nodriza.
La salida de Díaz, que pese a todo mantiene la coordinación de los ministerios de Sumar y la presidencia del grupo parlamentario —es decir, el control de los verdaderos órganos de poder—, sacudió a algunos sectores del partido que decidieron en un primer momento mover ficha para pasar página lo antes posible. Lo primero fue armar una dirección colegiada e interina formada por Lara Hernández, Elizabeth Duval, Txema Guijarro y Rosa Martínez y convocar una mesa con las 15 formaciones que integraban la coalición al menos hasta el primer gran congreso de Sumar, celebrado el 23 de marzo y en el que Díaz fue ratificada como líder. El objetivo era, decían, iniciar un «proceso de reflexión» lo antes posible sobre el futuro del espacio mirando en el horizonte a la asamblea que la formación magenta tiene prevista en otoño. Pero la realidad es que cada partido está midiendo el nuevo escenario de forma interna, calibrando sus posiciones en el supuesto de que haya un adelanto de las generales o de comicios territoriales.
A esta división se ha unido un debilitamiento del papel que Yolanda Díaz tenía como pegamento de todas estas organizaciones con un cuestionamiento abierto a su liderazgo que cuando fue nombrada candidata a la presidencia del Gobierno por Sumar, resultaba impensable. La vicepresidenta guarda silencio y mantiene, una vez más, un perfil bajo. Su intención, en esta nueva etapa, era volver a centrarse, como al principio de la pasada legislatura, en el Ministerio de Trabajo. Pero cada vez que se abre una vía de agua en Sumar, acapara todas las miradas.
Esta situación se ve agravada por unas expectativas electorales a la baja. El barómetro publicado por el CIS el 12 de julio rebaja a Sumar hasta el 6,6% de los votos, cuando el 23-J la candidatura liderada por Díaz acaparó el 12,3% de las papeletas.