La «dictadura» de Maduro enfrenta a dos ministros: la leonesa Margarita Robles y Albares
¿Se ha convertido Venezuela, bajo el Gobierno de Nicolás Maduro, en una dictadura? La ministra de Defensa, Margarita Robles, tiene tan claro que sí como para haberlo dicho con la naturalidad propia de una charla informal sobre las amenazas mundiales para la libertad, según cuenta alguien que se lo escuchó deslizar en la presentación de la última novela de Julia Navarro en Madrid el 12 de septiembre. El candidato opositor a Maduro, Edmundo González, llevaba cuatro días en España tras atender el Gobierno su petición de asilo político y el PP, con el apoyo del PNV, había ganado en el Congreso el reconocimiento del exiliado como presidente electo de su país.
Desde entonces, con el régimen de Caracas llamando primero a consultas a su embajadora en Madrid en represalia por las palabras de Robles y, después, citándola en la comparecencia en la que anunció la detención de los dos españoles acusados de ser agentes del CNI, ni el presidente ni ningún otro ministro ha repetido el calificativo. Lo hizo, aún como Alto Representante de la política exterior de la UE, Josep Borrell, mientras el titular de Exteriores, José Manuel Albares, marcaba distancia con su compañera de gabinete escudándose en que su labor no es «poner etiquetas» a otros estados.
En virtud de su cargo, en el que acompaña a Sánchez desde el primer Gobierno de 2018, Robles consiguió lo que al PP le estaba costando: hacer transversal la consideración de que la represión ejercida por Maduro es la propia de una dictadura.
«Opinión personal»
No ha sido esta la primera vez que los dos ministros, al frente de ámbitos fronterizos, han guardado posiciones dispares en un año marcado para la comunidad internacional por el estallido de la guerra en Gaza. En mayo, con la crisis diplomática con Israel abierta en canal ante el inminente reconocimiento por parte de Sánchez de Palestina como Estado, Robles tachó de «auténtico genocidio» la represión en La Franja en respuesta a los atentados de Hamás del 7 de octubre. Era la primera voz en el ala socialista del Gobierno que se elevaba tanto al referirse a Netanyahu, y Robles la usó en una entrevista en el simbólico marco del Día de las Fuerzas Armadas. Albares rebajó la denominación, que comporta consecuencias políticas y jurídicas, a «opinión personal». Ni él ni el presidente han llegado a emplearla. En enero, la disonancia resintió la coordinación gubernamental sobre la participación de España en la misión de la UE en el mar Rojo, sobre la que Sánchez acabaría avalando a la ministra tras el ataque de EE UU y Reino Unido contra los hutíes en Yemen. Y en pleno debate en Europa sobre el riesgo de una tercera guerra mundial, Robles alertó de una amenaza «absoluta» de la que Albares descartó indicios bastantes.