El desgaste infinito
La investigación por corrupción del conocido commo caso Koldo sacude a un Gobierno al que se le acumulan los frentes de erosión
Por si le resultaran escasos los frentes problemáticos de oposición que tiene que administrar Pedro Sánchez al frente del Gobierno, ahora resurge con una virulencia inusitada el ‘caso Koldo’ para complicar al tablero de la gobernabilidad. La investigación de la Guardia Civil respecto al papel del exministro de Fomento y exsecretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, podría ubicar, si se confirman los indicios, el endémico problema de la corrupción en el corazón del primer Ejecutivo de Pedro Sánchez. El presidente marcó el viernes una línea divisoria al anunciar que será «contundente» y asegurar que «el que la hace, la paga» sin ningún tipo de contemplaciones. Quiso subrayar así un cambio de rasante y explicitar un discurso de ejemplaridad para contrarrestar con el marcaje duro del PP de Alberto Núñez Feijóo, instalado en una estrategia de implacable oposición como si la legislatura fuera a caer pasado mañana. Pero ciertas ‘amistades peligrosas’ describen un terreno de juego muy embarrado. Determinada escenografía nos llevan a recordar los casos mediáticos del pasado. Ábalos está acosado y acabará siendo expulsado del PSOE una vez finalice su proceso disciplinario interno, que cumple con verdadera y exasperante pulcritud garantista. Pero Ábalos es ya un cadáver político. El disfrute de un chalet a cambio de su intercesión en contratos o el pago del alquiler de la vivienda de quien era su pareja -y todo ello en una época de perentoria necesidad ciudadana como la de la pandemia- apuntan dos líneas de investigación que pueden desembocar en sendos escándalos de proporciones descomunales. La Guardia Civil atribuye a Ábalos un «papel relevante y de responsabilidad» en la trama Koldo y pide investigarle. La lupa está puesta en la sala de máquinas del Ministerio de Transportes en el primer Ejecutivo de Sánchez.
La contundencia del informe de la UCO de la Guardia Civil plantea una caja de pandora de efectos imprevisibles. La acumulación de indicios exigiría que fuera el Tribunal Supremo el que acuse e investigue a Ábalos, que sigue defendiendo su inocencia. Será la Justicia la que tenga que tirar del hilo y esclarecer responsabilidades. Se equivocaría Sánchez si piensa que el asunto no le interpela también a él, que llegó al poder con un discurso de regeneración política que justificó la moción de censura que sacó a Mariano Rajoy del poder en junio de 2018. La única manera de brillar con luz propia en este asunto tan vidrioso es aplicar plena transparencia y claridad. Es decir, dar explicaciones sin complejos y no caer en el ‘y tú más’. Muchos comisionistas sacaron beneficios a destajo. Es una enorme inmoralidad que ahora puede tener una consecuencia penal. El caso llegó hasta la sala de máquinas del Ministerio de Transportes en su momento. Este presunto conseguidor, de acuerdo con las conclusiones de la UCO, se valió de su relación con Ábalos y su exasesor Koldo García para «influir en la concesión final» del rescate de Air Europa, aprobado por el Gobierno con una inyección de 435 millones de euros. Es verdad que fueron numerosas las compañías aéreas ayudadas con subvenciones de dinero público durante la pandemia en el conjunto de la Unión Europea, pero algunas coincidencias de fechas y la aparición de ciertos mensajes, según lo que ha trascendido hasta el momento, al menos, cuando menos, levantan sospechas y exigen una mayor firmeza en determinadas explicaciones.
La legislatura entra en un territorio más resbaladizo si cabe en el que se acumulan las líneas de erosión del Ejecutivo y en las que la sombra de Koldo García va a convertirse en un arma arrojadiza. La sucesión de tormentas políticas y mediáticas es permanente y sitúa al Ejecutivo en un epicentro en el que, si no logra aprobar unos nuevos Presupuestos, se cronifica un camino hacia el desgaste infinito en el que los debates racionales se ven desplazados por las escandaleras más ruidosas. El mal endémico en el que vive instalada la política española es la hiperventilación que convierte determinadas discusiones en caricaturas deformadas por la exageración. El elevado precio que supone la alianza con los soberanistas vascos y catalanes se mueve por territorios muy frágiles. Pero la vuelta de la corrupción constituye un repulsivo regreso al pasado que asquea y aburre. ¡Cómo es posible que, con todo lo que ha llovido, volvamos a este agujero negro!