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Ayuso planta a Sánchez por «difamarla» y abre otra grieta en el discurso de Feijóo

La dirección del PP asegura entender la decisión mientras el Gobierno recuerda que contradice el criterio ya fijado

Ayuso, ayer, en la inauguración de la muestra ‘Bolivariano’ del fotoperiodista Ybarra Zavala. JUAN CARLOS HIDALGO

Publicado por
Paula de Las Heras/ Javier Arias (Colpisa)
Madrid

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La historia de confrontación abierta entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso sumó ayer un nuevo capítulo. Después de haber amagado con ello durante semanas, la presidenta de la Comunidad de Madrid comunicó que no participará en la ronda de contactos abierta por el jefe del Gobierno con los presidentes autonómicos y a la que sí han asistido, a pesar de las tensiones entre socialistas y populares, sus homólogos en el partido. No irá a la Moncloa este viernes, cuando había sido convocada, porque se siente insultada, después de que Sánchez llamara a su novio «delincuente confeso» y dijera que posiblemente ella se había beneficiado de sus delitos. Pero también porque no quiere «normalizar», según dijo en un comunicado, las «decisiones destructivas» tomadas por el jefe del Ejecutivo desde las pasadas elecciones; entre ellas, el acuerdo con ERC para dar a Cataluña un concierto fiscal.

Ayuso aseguró que su decisión había sido adelantada el domingo por la noche al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y que este la había entendido. En público, efectivamente, la dirección de los populares y algunos barones que ya han pasado por la Moncloa, como el valenciano Carlos Mazón, apoyaron su plantón. El vicesecretario de política autonómica y local, Elías Bendodo, por ejemplo, argumentó que aunque la «obligación» de los políticos sea siempre la de sentarse a dialogar, también se tienen que dar «las condiciones» para ello y, acusó al presidente del Gobierno de haber «forzado» la situación en este caso hasta hacer inviable el encuentro con la presidenta madrileña.

El ‘no’ de Ayuso, sin embargo, abre una grieta en el discurso de Feijóo y del resto de su formación. Y el hecho de que no se limitara a justificarlo con las ofensas personales más aún, por más que, a posteriori, en unas declaraciones tras inaugurar una muestra del fotoperiodista Álvaro Ybarra en la Puerta del Sol, expresara su respeto a aquellos presidentes que han acudido o tienen intención de aceptar la cita con Sánchez.

El Gobierno y el PSOE no tardaron en subrayarlo. Ambos salieron en tromba con sendos comunicados y declaraciones de varios de sus dirigentes y ministros no ya a afear a la presidenta de la Comunidad de Madrid su portazo, sino a exhibirlo como prueba del débil liderazgo de Feijóo, al que el propio Sánchez lleva meses presentando como mero subalterno de Ayuso. «El pulso no es contra el presidente, es contra Feijóo y sus compañeros presidentes autonómicos que sí asistieron a las reuniones», insistió el ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños.

Los socialistas recuerdan que, en una entrevista en El Mundo el 8 de septiembre, Feijóo defendió que lo «responsable» es mantener la relación institucional para abordar los problemas de los ciudadanos y aceptar las reuniones propuestas por el jefe del Ejecutivo. Remarcaron que ese ha sido también el planteamiento del andaluz Juanma Moreno, el valenciano Carlos Mazón, el aragonés Jorge Azcón, el murciano Fernando López Miras, el gallego Alfonso Rueda, la cántabra María José Sáenz de Buruaga o el riojano Gonzalo Capellán, que ya han pasado por la Moncloa.

Ronda para nada

Ayuso, sin embargo, defendió que ninguno de los encuentros celebrados «han servido para nada» y arguyó que algunos de sus colegas le han admitido que se fueron de la Moncloa «con las manos vacías». También ironizó con que al castellanomanchego Emiliano García-Page, socialista crítico, le «colocaran» un «aeropuerto para inmigrantes», sin consultarle, nada más salir por la puerta (en alusión a la pretensión de convertir el aeropuerto de Ciudad Real en un centro de acogida). E ignoró el argumento del Ejecutivo de que «el normal funcionamiento de las instituciones» exige estar «por encima de las diferencias políticas» y colaborar entre administraciones. El Gobierno aduce que Ayuso se rasga las vestiduras cuando ella ha llamado a Sánchez «tirano» o lo ha acusado de usar «prácticas mafiosas». Bolaños defendió ayer que llamar a su novio «delincuente confeso» es usar un buen castellano.

El líder que no lo es

El Gobierno exhibe el portazo de Ayuso como prueba del débil liderazgo de Feijóo