Diario de León

Sánchez suma una semana ‘horribilis’ más sin nuevos Presupuestos como red

La dimisión exenta de honra de Errejón coincide con un pulso de Podemos para dar su visto bueno a las Cuentas

Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

Pedro Sánchez junto a Yolanda Díaz EDUARDO PARRA

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Paula de las Heras
Madrid

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Los frentes se multiplican para el Gobierno en la complicada partida encaminada a sacar adelante unos Presupuestos Generales del Estado claves para asegurar su supervivencia. La estrepitosa caída en desgracia del portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, tras asumir unas acusaciones de trato degradante y violencia sexual, contribuye a acelerar la ya patente erosión provocada por varias derrotas parlamentarias, la inminente imputación del exministro José Luis Ábalos por corrupción, los reveses judiciales en el caso que afecta a la esposa del jefe del Ejecutivo, Begoña Gómez, o la causa contra el fiscal general del Estado. Pero no solo. También agita el avispero político de la izquierda, en un momento en el que la pugna entre la formación de Yolanda Díaz y Podemos arrecia. Tanto que en la Moncloa no se atreven a descartar que el truculento escándalo vaya a tener consecuencias para la gobernabilidad.

Este fin de semana llevaba tiempo marcado en el calendario de los socialistas como un momento trascendental a partir del cual las cosas podrían entrar en una nueva dinámica algo más positiva en las negociaciones presupuestarias con Junts, el menos fiable de sus socios de investidura. El congreso que el partido celebra en Calella (Barcelona) se veía como una oportunidad para que Carles Puigdemont, ya formalmente a las riendas, terminara de digerir el golpe de no haber podido recuperar la Generalitat, en manos del líder del PSC, Salvador Illa, desde este verano, y adoptara un estrategia más previsible y manejable de la que, el pasado septiembre, llevó a Pedro Sánchez a tomar la decisión de aplazar la votación de la senda de estabilidad, previa a la elaboración de las Cuentas, para no perderla.

Desde entonces la formación independentista ha dado muestras de estar dispuesta a pactar. Una, y no menor, la rotundidad con la que hace diez días salió al paso de unas ambiguas declaraciones de Laura Borràs sobre un eventual apoyo a una moción de censura del PP. Pero fuentes del Gobierno admiten que las conversaciones no están siendo fáciles, que Junts está «muy exigente». Y, en eso, Podemos anunció una consulta a sus bases —cuyo resultado se dará a conocer el lunes— que encarece hasta el extremo su respaldo a los Presupuestos.

El movimiento de la formación de Ione Belarra, que pelea por recuperar el terreno perdido la legislatura pasada frente a una Yolanda Díaz fulgurante y hoy muy en declive, ya inquietaba en el Ejecutivo antes del derrumbe de Errejón. Que la formación, con cuatro diputados antes integrados en el grupo de Sumar, pusiera sobre la mesa dos exigencias tan concretas como la ruptura total de relaciones con Israel y la bajada por ley de los nuevos contratos de alquiler un 40% , ya suponía un reto. Entre otras cosas, porque entran en colisión con los planteamientos de otros aliados necesarios como Junts y el PNV. Pero el blindaje de esos objetivos con la militancia agranda la dificultad de la negociación.

«No somos socios»

En el Gobierno hay quien afirma que Podemos, con Pablo Iglesias, enemigo acérrimo de Errejón, aún en la sombra, no se puede permitir tumbar los Presupuestos y forzar unas nuevas elecciones. «Es lo que le faltaba», dice un ministro que, además, rechaza que no tener apoyos para la iniciativa en la que debe quedar condensado el proyecto del Ejecutivo sea razón para ir a las urnas. Los de Belarra, sin embargo, insisten en que van «en serio» y en que si sus demandas, por ahora tildadas de «inviables» por los socialistas, no se aceptan, no les temblará el pulso, como no les tembló para tumbar en enero el real decreto ley de Yolanda Díaz para la reforma del subsidio de desempleo comprometida con Bruselas. «No somos sus socios», avisan. Con Sumar en estado de descomposición absoluta, Podemos tiene un incentivo para ir a elecciones y tratar de convertirse en refugio de una parte de sus antiguos votantes, algo que el PSOE, según las encuestas, no está logrando. Es una hipótesis, sin embargo, que el Gobierno, de momento, se niega a dar por buena, por más que esta misma semana haya visto cómo la formación abonaba el discurso de que no hay diferencias entre sus políticas y las de la derecha. «La realidad es que solo saben hacer medidas que podría hacer perfectamente el PP», espetó Belarra a María Jesús Montero.

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