Diario de León

Junts se rearma para «la travesía del desierto» aferrada a su peso en Madrid

Puigdemont concentra el poder orgánico para ampliar su base sin cortar el oxígeno a Sánchez

Turull y Nogueras, ayer, en el congreso. QUIQUE GARCÍA

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LOURDES PÉREZ
Barcelona

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Junts, cuyos siete escaños en el Congreso atraen todas las miradas esta legislatura, afrontaba un congreso, el de este fin de semana en la turística y al tiempo apacible Calella (Barcelona), que el Gobierno de Pedro Sánchez había asumido como la primera meta volante a superar antes de jugar a fondo la baza de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (la segunda es la del cónclave de Esquerra dentro de un mes, que coincidirá con el federal de los socialistas en Sevilla). Si el PSOE fiaba su estrategia en Cataluña, apostando por la investidura consumada de Salvador Illa, al orillamiento definitivo de Carles Puigdemont, la cita de los independentistas ha evidenciado que hay expresident para rato. Ahí está el apoyo a la búlgara cosechado en su regreso por la puerta grande —aunque sea vía Waterloo— a la presidencia ya no solo moral, sino también orgánica, de su partido.

Puigdemont vuelve, además, con una ponencia política bajo el brazo que reafirma a los junteros, entre otras cosas, en la vía unilateral hacia la independencia y en su denuncia del «expolio fiscal» español en plena tormenta por el concierto económico pactado por la Moncloa y el PSC con Esquerra. Lo hace con una ejecutiva a su medida, cerrando filas y de «buen rollo», con Jordi Turull como fiel escudero en la secretaría general, aclamado por el medio millar de asistentes a la convocatoria en la antigua fábrica textil Llobet-Guri; Míriam Nogueras, la combativa portavoz en el Congreso, aupada a una vicepresidencia en medio de otra ovación; y el espaldarazo a Antoni Castellà, que incorpora el aliento de Demòcrates, la escisión separatista de la Unió que ayuda a los junteros a combinar la pendencia secesionista con los perfiles de orden de toda la vida. Y Puigdemont sujeta de nuevo las riendas de los suyos, en definitiva, con un objetivo: rearmar el partido tras «el duelo» abierto a raíz del ‘procés’, como lo ha definido Turull, para afrontar «la travesía del desierto» de unos años en los que Junts está fuera de la Generalitat, el soberanismo no suma mayoría en el Parlament por primera vez en cuatro décadas y los postconvergentes fían su poderío a su peso en la gobernabilidad de la España de la que siguen queriéndose ir. El aún prófugo de la justicia española, con su amnistía congelada por el Supremo, ambiciona ampliar el espacio vital de su formación. Reunir lo que la izquierda llamaría un ‘frente amplio’ que avive los rescoldos de la activación social de los momentos más efervescentes del ‘procés’.

Pero tras este congreso, no todo es botella medio vacía para Sánchez. Puigdemont ha enviado a la trastienda a los críticos que aún concitaba Laura Borràs, que queda relegada de la presidencia del partido a la de la futura fundación de Junts a fin de evitar que su «radicalidad» condicionara la estrategia que pasa ahora por combinar el palo de exprimir al Gobierno con la zanahoria de un pragmatismo que espera a mejores tiempos en las ambiciones secesionistas.

La ponencia aprobada en Calella, en medio de una llamativa placidez que contrasta con todo lo protagonizado por Puigdemont y los suyos en los últimos años, incide, sí, en la apuesta por el referéndum unilateral si es preciso; pero siempre que se dé por agotada la negociación con el Gobierno.

Vía unilateral

Puigdemont vuelve con una ponencia que reafirma en la vía unilateral a la independencia
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