“No había cobertura móvil y la gente estaba angustiada”, asegura un leonés residente en Valencia
Cuando la policía pidió desalojar las viviendas en Manises, junto al Turia, decidió acudir donde sus suegros, a Villamarxant, pero regresaron a su casa porque la situación era peor
“No había cobertura móvil y la gente estaba angustiada porque no sabía nada de los familiares”. Rubén, un leonés residente en una urbanización de Manises, en Valencia, no olvidará la jornada de este martes, sobre todo a partir de las 20 horas, cuando los teléfonos comenzaron a sonar y recibir mensajes por la alerta roja en la que había entrado la provincia y que desencadenó finalmente en inundaciones a causa de una Dana que nadie se esperaba. “Nosotros estamos bien, pero esto ha sido una tragedia. Nos tendrían que haber avisado antes”, exclama.
En una videollamada realizada en el atardecer ya de este miércoles con Ical, desde el cauce del río Turia, a escasos metros de su vivienda, la imagen destaca por un barrizal continuo, con ramas y árboles amontonados tras ser arrastrados por el caudal, el cual ahora, a pesar de bajar con fuerza, se ha tomado un respiro. Muros caídos, pozos y tierras anegadas y animales desaparecidos completan una estampa de esta urbanización de la localidad que, por fortuna, tiene suficiente altura como para no haber afectado a la mayoría de las viviendas, porque “cuando el río se desborda, lógicamente lo hace hacia la zona baja”.
Fue sobre las 22.30 horas cuando la Policía Local pasó por estas calles con el sonido de las sirenas y pidiendo evacuar la zona. “Cogimos al perro e hicimos una maleta a toda prisa con lo justo para irnos donde mis suegros”, recuerda. Pero el camino a la localidad de Villamarxant, donde viven, no fue fácil y, en el recorrido, se encontraron con problemas en Ribarroja, que es el trayecto más corto, y en Liria, con lo que el viaje se alargó. Incluso, se tuvieron que detener en un punto concreto cuando más arreciaba la lluvia a la espera de que escampara ligeramente. “Pasó un coche de Protección Civil y nos preguntó si necesitábamos algo. Cuando paró, decidimos volver a casa porque al final todo aquello estaba peor”, sostuvo Rubén, quien entiende que había que “hacer caso a las indicaciones de la Policía, pero si nos hubiésemos quedado en casa no nos hubiéramos puesto en riesgo en ningún momento”.
Ahora, varias horas después y con el barro en los pies, “se ha pasado un poco el susto”, principalmente para los que no deben lamentar daños personales y materiales, y advierte de que los barrancos en esa zona son los que causan estas afecciones cuando llueve con fuerza, pues son “cauces grandes por los que nunca baja agua, y cuando lo hace desde las montañas, se llenan con facilidad”, apunta Rubén, mientras muestra con su móvil algunas huertas que se ubican frente a la urbanización y en la que habitualmente pastan caballos que “hoy no están”. “A saber, porque ahí sí ha llegado el agua”, advierte.
Y concluye que la “angustia” se propagó, además de por la escasa cobertura móvil, por los grupos de whatsapp, pues “todo ocurrió a partir de las 8 de la tarde”, y “sorprendió en el trabajo o regresando de él a mucha gente”. “Tenemos amigos nuestros que estaban en polígono de Ribarroja y hacía horas que no sabíamos de ellos. La gente estaba angustiada”, sentencia.