ETA no tapa el «Prestige»

La frenética actividad de los ministros de Aznar durante las vacaciones que hoy terminan no ha logrado desplazar de los medios de comunicación, aunque eso pretendía el Gobierno, la angustia persistente por los efectos del hundimiento del Prestige sigue manchando las playas Gallegas y ahora también las francesas. De los temas que han cargado la agenda de los ministros, el de más eco mediático reside en las medidas legales para apretarle un poco más las tuercas a ETA. En esencia se trata de elevar de 30 a 40 el tiempo máximo de estancia en la cárcel. Y de restringir el uso y disfrute de los beneficios penitenciarios a los penados de la banda terrorista. Si se respeta el texto de la Constitución y se vincula la reinserción al arrepentimiento, como es el caso, sin dejar de ponérselo cada vez más difícil a estos delincuentes, hay que decir amén. Si los procedimientos son democráticos, sin atajos, como dice el ministro de Justicia, José María Michavila, no hay razones serias para oponerse a estas reformas que, una vez informadas por el Consejo General del Poder Judicial y La Fiscalía del Estado, entrarán dentro de treinta días en el telar parlamentario. Cuando se conviertan en ley, pasarán a formar parte de la caja de herramientas de que podrá hacer uso el Estado para mejorar la eficacia de la lucha antiterrorista porque de lo que se trata es de ir un poco más allá en el acoso legal, político y policial que ya está en marcha en contra de la banda terrorista ETA y todo el conglomerado existente de su brazo político. Bien sabe don José María Aznar que el sentido común y la responsabilidad de esa Oposición, injustamente denigrada por el Gobierno, impiden objeciones de fondo a la batería de propuestas aprobadas por el Consejo de Ministros en la reunión celebrada el viernes pasado. Por eso las pone sobre la mesa cuando más agobiado estaba por el clamor reprobatorio de los ciudadanos ante la penosa actuación de los poderes públicos en la crisis del petrolero Prestige. Al recuperar ahora su olvidada promesa electoral sobre cumplimiento íntegro de las penas para terroristas, Aznar ha pretendido recuperar de la ciudadanía el cariño perdido en su gestión posterior al hundimiento del Prestige que ha anegado de fuel las costas gallegas. Lo tiene muy difícil, pero eso es lo que busca: desviar la atención hacia la lucha antiterrorista, donde sabe que siempre va a contar con la complicidad de los socialistas y el asentimiento de la opinión pública.