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OPINIÓN Federico Abascal

La gran confusión

Publicado por
León

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Se está viviendo en España una etapa de confusión política e ideológica, y no porque se enfrenten tesis oscuras sobre el Estado de la Autonomías o la validez de la Constitución sino, paradójicamente, por un exceso de claridad, excesivamente simplificadora, en cada una de las tesis enfrentadas. La interpretación de Jiménez de Parga sobre las nacionalidades históricas es de índole coyuntural y, por lo tanto, se vería aparentemente condicionada por la actualidad política, lo que no es bueno ni para el Tribunal Constitucional que este eminente profesor preside ni para la misma Constitución, en la que llegó a plasmarse por múltiple consenso un concepto meridiano de España, en su reconocida y respetada diversidad. Los nacionalismos han reaccionado con una variada gama de iracundia, y lo más preocupante ha sido tal vez la actitud de Jordi Pujol y su negativa, al menos circunstancial, a que la Generalitat se sume a los actos conmemorativos de la Constitución. Pero hay algo más, igualmente inquietante desde la perspectiva nacionalista y de la responsabilidad del Estado, y es la actitud del presidente Aznar, tan elogiable en lo que se refiere a su defensa de nuestra Carta Magna, de la que se ha hecho abanderado, como censurable en la expresión verbal con la que descalifica y denuesta a todo aquél que no se alínea en sus tesis. Ya se sabe que los nacionalismos, en muchos casos, se apoyan en cierta elementalidad o incluso en una elementalidad con apoyos históricos tergiversados, pero de ahí a calificarlos de «tribu», de menospreciar sus obsesiones identitarias o de afirmar que el «mito étnico», al que algunos se aferran, no va a prevalecer sobre la razón democrática, va mucho trecho.