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Los pescaderos gallegos reclaman ayudas a la Xunta para paliar la «psicosis» de los consumidores

Los marineros del Cantábrico alejan de la costa 11.000 toneladas de fuel

La inmensa mancha de chapapote, que hace apenas tres semanas amenazaba con revivir en el litoral cantábrico la catástrofe ocurrida en Galicia, merma

Un buceador comprueba la capa de fuel que cubre el fondo marino junto a la isla de Ons

Publicado por
J.G./J.M.A. - S.S./CORUÑA.
León

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En el País Vasco, favorecida su labor por el buen tiempo, este martes se hicieron a la mar casi cien embarcaciones. En permanente comunicación con autoridades y cofradías, los arrantzales -pescadores- se mostraban orgullosos de su trabajo a su llegada a puerto. «Estamos bien, cuando llegamos a casa o cuando hablamos con los compañeros nos damos cuenta de verdad de lo que estamos recogiendo, es una burrada, y todo eso no ha llegado a las playas, se está haciendo muy bien», explicaba Xabier, un veterano marinero de Ondarroa. Aún así, añadía, «queda mucho por hacer». En Cantabria, donde algunos de los barcos empleados contra el chapapote en días anteriores permanecieron amarrados a puerto, la jornada fue de relativa tranquilidad. En Galicia, donde las costas y zonas de roca estuvieron repletas de trabajadores dedicados a su limpieza, la mar de fondo dificultó las labores de los pescadores. Tanto en la Costa de la Muerte, como en las Rías Bajas, olas de tres a cuatro metros de altura complicaron el trabajo de los marineros de Muxía, Finisterre, Laxe o la Mariña lucense y algunos tuvieron que regresar a puerto sin poder completar los rastreos. La mar de fondo fue ayer más política y se vivió en el pleno del Parlamento gallego, donde, apenas cinco minutos después de comenzar la sesión, varios vendedores minoristas de marisco y pescado increparon al consejero de Pesca, Enrique López Veiga, por la falta de ayudas oficiales para el sector. Los pescaderos, vestidos en traje de faena y enfundados en camisetas que decían «no discriminación, ayudas ya para los minoristas» exigieron compensaciones por la pérdida de negocio que les está suponiendo la crisis del Prestige. Los profesionales, como explicaba Amalia Souto, una de las manifestantes, reclamaron ayudas para afrontar las pérdidas derivadas de la «psicosis» de los consumidores, que «no hacen más que ver chapapote todo el día en la tele y no quieren comprar en nuestros puestos». Tras proferir durante varios minutos gritos como «a la hora de votar, acuérdate del mar» o «nunca maís», la veintena de manifestantes se retiraron de la sala a petición de la vicepresidenta de la Cámara, Inmaculada Rodríguez Cuervo.