Diario de León

La sentencia confirma que el presidente del Atlético de Madrid se hizo con el club de manera delictiva

Tres años y medio de cárcel para Gil por apropiación indebida y estafa

La Audiencia Nacional condenó ayer a tres años y medio de cárcel al presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil, por delitos de apropia

Jesús Gil, antes de comparecer en la rueda de prensa que convocó ayer para valorar la sentencia

Jesús Gil, antes de comparecer en la rueda de prensa que convocó ayer para valorar la sentencia

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C. Calvar - MADRID.
León

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Además los condenados deberán devolver al club las 236.056 acciones que tenían a su nombre y los 2.700 millones de pesetas estafados con la elaboración de contratos ficticios. Los magistrados consideran probado que los mandatarios «atléticos» llevaron a cabo sus planes en medio de una deliberada confusión financiera que afectó al patrimonio del club, al de Jesús Gil, y al de sus empresas. El objetivo de esos complicados movimientos era ocultar la ilicitud de algunas operaciones a las autoridades que debían vigilar la transformación. Para crear ese caos contable, Jesús Gil y Gil hizo que la entidad deportiva enviase a sus cuentas privadas grandes sumas de dinero provenientes de los ingresos de taquilla, publicidad o televisión. Más tarde, Jesús Gil y Enrique Cerezo aprovecharon la confusión para quedarse con el 95 por ciento de las acciones durante la transformación en S.A.D. Para ello, inventaron una deuda de casi 2.000 millones del club con su presidente -que no aparecía en los libros contables- y que luego Jesús Gil canjeó de forma magnánima por las expectativas de beneficio en la venta o el traspaso futuros de 30 jugadores de la plantilla. La eliminación de esa deuda -ya de por sí ficticia- permitió fijar el capital social del club para el momento de la transformación en 2.060 millones de pesetas. Pero el presidente mantenía su carácter de acreedor de la entidad. El 30 de junio de 1992 consiguió poner sobre la mesa el dinero necesario para cubrir ese capital social. Pero el dinero desapareció a los pocos días y fue a parar a las cuentas privadas de Jesús Gil y después a sus empresas, en pago por las supuestas expectativas de beneficio en la transferencia de jugadores. Así, ambos consiguieron apropiarse del 95 por ciento de las acciones del club, que pasaron a controlar en su totalidad. Estas operaciones fueron desarrolladas gracias a «las tareas de maquillaje» llevadas a cabo por Miguel Ángel Gil Marín. El director general alteró en numerosas ocasiones los números de la entidad para evitar su desaparición, pues su patrimonio estuvo en ocasiones por debajo del 50 por ciento del capital social, lo que legalmente supone una causa de disolución. Esta caótica situación fue aprovechada además por Jesús Gil para estafar al club 2.700 millones de pesetas.

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