Aznar recurre a una funcionaria para sustituir a Matas sin tocar el Gobierno

El jefe del Ejecutivo ha vuelto a poner de manifiesto que no alterará el orden de las cosas por muy revueltas que bajen las aguas de la opinión pública. «Yo no me preocuparía por eso», comentó hace poco más de una semana en una conversación informal en la que advirtió que no habría sorpresas de esta operación. Dicho y hecho, la mera «sustitución natural» de Matas -como él mismo la había calificado- no ha supuesto más novedades en el gabinete. Una vez más, ha ignorado las presiones internas y externas de quienes señalan a Alvarez Cascos como el responsable político de la catástrofe del Prestige y denuncian la nula capacidad diplomática y política de Ana Palacio. Ha vuelto a demostrar que, precisamente, cuando sus ministros son más cuestionados desde la oposición, es cuando reciben el mayor apoyo del presidente. Tampoco cree que una crisis de Gobierno sirva para recuperar impulso político y poder así superar el difícil momento por el que atraviesa. El nombramiento de Elvira Rodríguez tiene una segunda lectura, debido a su escaso perfil político y vuelve a indicar el mismo deseo del jefe del Gobierno de restar relevancia al cambio. En el siempre difícil equilibro de los aspirantes a la carrera sucesoria, podría decirse que con la nueva ministra de Medio Ambiente, a la que no se le conoce experiencia alguna en el sector, Rodrigo Rato gana presencia en el Gabinete. Fue el titular de Economía quien nombró directora general a Rodríguez y siempre ha sido considerada persona de su confianza, aunque se haya mantenido en el mero terreno técnico. La ministra, que tomará posesión hoy ante el Rey y el resto del Gobierno, ha dedicado toda su vida a la función publica y sólo accedió a perder su independencia el pasado año. Elvira Rodríguez se afilió al PP en el 2002 tras haber sido elegida por Aznar para elaborar una de las ponencias del congreso nacional del pasado mes de enero. Matas, la gran esperanza Jaume Matas regresa a Baleares con el encargo de recuperar el Gobierno autonómico que presidió entre 1996 y 1999, pero que tras las elecciones de ese año tuvo que ceder al socialista Francesc Antich que logró amalgamar un complicado acuerdo con IU, Unió Mallorquina, Partido Socialista Mallorquín y Los Verdes. La única posibilidad del PP para recuperar el Ejecutivo balear es ganar por mayoría absoluta o bien conseguir que el Pacto de Progreso que sustenta a Antich se derrumbe. La clave para esta segunda opción la tiene la nacionalista María Antonia Munar, máxima dirigente de Unió Mallorquina, y que en anteriores legislaturas estuvo próxima al PP. Esta formación aún no ha mostrado las cartas que pondrá sobre la mesa tras las elecciones, pero fuentes populares creen que es posible rehacer el entendimiento con Munar. El PP, no obstante, es el gran favorito para ser la fuerza más votada en los comicios del 25 de mayo. Parte de un suelo muy sólido, como se demostró en las elecciones de hace cuatro años, en los que fue el más votado y superó en 100.000 papeletas al PSOE, pero la suma de escaños del Pacto de Progreso superó a los populares de Matas que de esa forma perdieron el Gobierno que habían controlado desde las primeras elecciones autonómicas. Los populares de Baleares recibieron con satisfacción la noticia del relevo porque el ya ex ministro es «el mejor candidato» y su regreso a las islas «era necesario», según comentó el portavoz del PP en el Parlamento autonómico, Joan Flaquer.