Doña Elvira y el trasvase

Aznar defrauda con su designación de nueva ministra de Medio Ambiente. No porque Elvira Rodríguez no dé la talla, que la da, y sobradamente, para ese cargo o para cualquier otro del Gobierno. Pero no era lo que se esperaba, ni mucho menos. De entrada, no se esperaba que fuera decisión que se anunciara un domingo. Eso no suele hacerse de ese modo. Por lo general, las designaciones ministeriales llegan con las decisiones del consejo de ministros y no en la paz dominical, y lo suele anunciar el portavoz de manera más o menos solemne, en rueda de prensa concurrida. Luego, defrauda a quienes esperaban que el reajuste de Jaume Matas sirviera para recomponer un Gobierno que hace aguas por varios puntos. Jaume Matas deja el Gobierno para ser candidato a la presidencia de Baleares, pero aún queda otro futuro candidato, Josep Piqué, con tarea ministerial, que parece que agotará todo el tiempo posible esa doble condición. ¿Y la ministra de Exteriores, Ana Palacio, que había quedado atascada y probablemente corta o recortada, con su guerra a cuestas, no merecía ser relevada por alguien con más fuelle? A modo de ejemplo. Pero no. Siempre nos dijeron que Aznar no quiere que nadie le haga las crisis, que son sólo suyas, y aquí está: una secretaria de Estado accede a ministra y ahora Montoro designará nuevo secretario de Estado de presupuestos y punto. El mini reajuste habrá quedado efectuado y concluido en horas veinticuatro, aunque haya sido larga la espera de ver reenviado al archipiélago al ministro que vino a poner en marcha el Plan Hidrológico Nacional, por el que será eternamente recordado, y no festivamente, por los aragoneses del Ebro. Matas se va proclamando que está ya en marcha algo así como el cuarenta por ciento de la obra extraordinaria que será, en su totalidad, el PHN. Y una mujer regresa al ministerio que en su momento puso en marcha Isabel Tocino. En el haber de Elvira Rodríguez, primero directora general de presupuestos y hasta ahora secretaria de Estado de la misma asignatura, parece haber sido la responsable directísima de la consecución del déficit cero, nada menos. Un hito histórico y una tarea que a muchos pareció inalcanzable, la de equilibrar ingresos y gastos. Ya se sabe lo que ha sucedido con el encargado de ajustar tales cuentas: es la persona a quien el ministro correspondiente envía a todos cuantos piden dinero para un nuevo gasto no contemplado o que rebasa lo previsto y su tarea es, por sistema y por principio, decir que no, que no cabe, que no es posible atenderlo, que no insista... Elvira Rodríguez lleva siete años diciendo que no, y treinta años en la intervención del Estado, por lo que sabe por dónde escapa cada céntimo del gasto del Estado y de sus entes autonómicos y municipales. Ahora le corresponderá afrontar el faraónico gasto del Plan Hidrológico en marcha. Sacará dinero de debajo de las piedras, dicen sus amigos. Y si no, ganará al mus para lograrlo, que es otra de sus pasiones...