El Gobierno tiene un plan

La nueva ministra de Medio Ambiente es una persona de confianza de «quien corresponda», capaz de sacrificarse durante un solo año para hacer posible la financiación europea de las infraestructuras del PHN. Así que, después de más de 16 años de espera, la puesta en marcha del PHN va a depender de la capacidad negociadora de una especialista en análisis económico de las inversiones públicas. Porque este es un tema que, además de exigir el máximo consenso político, requiere racionalidad económica. La mayoría del dinero necesario lo vamos tener que pedir indirectamente, precisamente en estos momentos de dificultades presupuestarias, a los gobiernos centroeuropeos. Pero, aunque sólo fuera para modernizar los regadíos, nadie debería dejar de utilizar esta ocasión irrepetible de poder contar con las ayudas europeas en una inversión presupuestaria que apalanca más de 21.000 millones de euros para los próximos ocho años. La economía del agua incide sobre el ahorro de la demanda de agua y el aumento de la oferta. Pero también sobre los conflictivos trasvases entre cuencas: los cedentes de agua intentarán conseguir de los receptores garantías sobre el crecimiento futuro de sus propios regadíos más unas compensaciones que reflejen la norma de la directiva comunitaria que obligará en el 2010 a que «el precio del agua refleje su coste íntegro». Es así porque el Mediterráneo y el sur tienen regadíos pero no disponen de suficientes recursos hidrológicos, mientras que las Comunidades de las Cuencas del Duero y del Ebro disponen del recurso y desean nuevos regadíos. Y ese conflicto no se puede arreglar más que con compensaciones económicas, ya que la política del agua sólo es un mero semillero de votos.