Diario de León

CRÓNICA POLÍTICA/Manuel Campo Vidal

España, «repolitizada»

José Antonio Labordeta durante un pleno en el Congreso de los Diputados

José Antonio Labordeta durante un pleno en el Congreso de los Diputados

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Desde la transición no había tanta efervescencia en la calle, no se producían manifestaciones tan masivas, ni las discusiones políticas en casa y en el trabajo alcanzaban tal temperatura. La pre guerra de Irak ha tenido un primer efecto rotundo: relanzar el interés por la política, o mejor, por lo colectivo. «La opinión publica se repolitiza», sostiene el diputado ecosocialista Joan Saura. Es un fenómeno imparable que se puede medir ¿Cómo?. Por la nueva e inesperada afiliación a los partidos, especialmente de izquierda, nacionalistas y ecologistas, pequeños con preferencia. O por el número de personas dispuestas a figurar en candidaturas municipales, aunque sea a partir de agrupaciones independientes. «Nosotros teníamos dos mil candidatos en las listas municipales de Cataluña hace cuatro años y ahora doblamos. Los nuevos son casi todos jóvenes y sin afiliar», precisa Saura. Al tiempo, rebrotan partidos que se creían disueltos: en la manifestación del Prestige en Madrid nos mirábamos unos a otros asombrados al contemplar a unas chicas repartiendo octavillas del Partido Carlista. Esa efervescencia puede dispararse todavía más después del ataque a Irak previsto tras el ultimátum fijado por Bush, Blair y Aznar para el 17 de Marzo. Ya circula el chiste de que Bush iniciará los bombardeos el 19, para celebrar el Dia del Padre, dado que el suyo no pudo vencer a Sadam. La efervescencia en la calle deberá reflejarse previsiblemente en los resultados electorales del 25 de Mayo. Y ahí el goteo de concejales populares que se retiran, especialmente en Andalucía, y las manifestaciones de otros en contra de la guerra, desde Arteixo a Morón de la Frontera donde llegaron a participar en las manifestaciones, empieza a estremecer. Aun así la dirección del PP espera que si la guerra no lo impide, resistirá en un elevado número de alcaldías y presidencias regionales. El escaparate principal es Madrid, Ayuntamiento y Comunidad. Aguantar la Comunidad parece cada día más difícil para el PP. Por la Alcaldía a la que se postula Alberto Ruiz Gallardón, el mejor candidato posible, se empieza a temer. El entorno del candidato acepta que el doble dato de la inminencia de guerra y la escalada verbal de Aznar esta semana en las Cortes les complica la elección. De eso se queja también un altísimo dirigente popular en Andalucía y cualquiera al que se le pregunte. Pero para Ruiz Gallardón tiene más peligro: existía división de opiniones sobre si Ana Botella en su lista como número tres aportaba votos o los quitaba pero hoy ya se cree que los quita porque la animadversión hacia Aznar, que no es candidato excepto en Bilbao, puede descargar sobre ella como un pararrayos. Que Pedro Zerolo, líder gay y candidato en la lista del PSOE al Ayuntamiento madrileño denuncie que «se quiere convertir a la señora Botella en una reedición de Evita Perón» forma parte de la esgrima política normal. Que la candidata sea la esposa del Presidente Aznar, aliado de Bush, será más determinante. Por eso Gallardón se ha apresurado a hacer público que cuando él sea alcalde, Ana será la Concejal de Asuntos Sociales, como limitando su papel para que se la vea solo como un edil y no polarice el rechazo que anda suelto por la calle. Porque el rechazo existe. Cómo entender sino la simpatía cosechada por el diputado José Antonio Labordeta, hombre de poesía más que de exabrupto, al enviar literalmente «a la mierda"»a un grupo de diputados populares que acostumbra a burlarse de él en cuanto sube a la tribuna con frases como «quítate la mochila», «tus canciones son una tortura» etc. El silencio cosechado en el hemiciclo, las escasas opiniones publicadas en contra y el mutis de los dirigentes populares que por menos le llaman a cualquier discrepante «desleal», «antipatriota» y lindezas de ese estilo, da pistas sobre la prudencia con que se ha decidido afrontar esta manifestación de hartazgo de Labordeta. No saben bien los diputados populares que lo provocaron los votos que subirá su formación, la Chunta Aragonesista, que ya iba muy bien en las encuestas. Y solo le faltaba eso al PP en Aragón penalizado por el Plan Hidrológico, aunque en proporción directa a los beneficios electorales que espera por lo mismo en Valencia y Murcia. Pero de las sesiones parlamentarias de esta semana quedarán por encima de ese incidente una acusación, una frase consigna y una fotografía no publicada. La bárbara acusación de José María Aznar a Rodríguez Zapatero de ser «compañero de viaje de Sadam Husseín». La frase consigna de Rodríguez Zapatero, imperturbable a pesar de la dureza del presidente, invitándole a marcharse de este modo: «Déjenos en paz, señor Aznar», frase que recordaba el «Váyase señor González» y que huele a cántico en las manifestaciones programadas para el día que comiencen los bombardeos. Y por último la foto no publicada. El ex presidente Felipe González que por fin acudió un día al Congreso, pasando por el lado del presidente Aznar sin saludarse, sin mirarse siquiera. Entre los dos sumarán pronto casi un cuarto de siglo de gobiernos de España.

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