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«Cada bomba ha atentado directamente contra los valores y principios de la democracia» José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE)Todos los partidos excepto el PP exigen el fin inmediato de la ofensiva y repudian a «los tres de Azores»

Aznar ratifica su «firme» respaldo al ataque y pide consenso a la oposición

José María Aznar

José María Aznar, al finalizar su declaración institucional sobre el ataque

Publicado por
Gonzalo Bareño Redacción - MADRID.
León

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«No pretendo que nadie renuncie a sus posiciones, pero sí pido a todos que se deje un espacio para la aproximación y el acuerdo de futuro», dijo, en clara alusión a la posición del PSOE. Pero inmediatamente añadió que «en esta disyuntiva no hay espacio ni para la neutralidad, ni la indiferencia, ni para la equidistancia». Fuentes cercanas al presidente indicaron que la opinión del Gobierno es que «hemos pasado página» y «estamos en otra cosa», por lo que ya no tiene sentido el enfrentamiento radical con la oposición. El presidente del Gobierno descargó toda la responsabilidad de la guerra en Sadam Huseín que, según dijo, «ha rechazado la última oportunidad» de evitarla abandonando el poder y saliendo de Irak. Insistió en que el objetivo es restablecer la «legalidad internacional» por lo que el Gobierno, «con pleno sentido de la responsabilidad» apoya la ofensiva. La «nochecita» de Aznar Aznar durmió muy poco la noche del miércoles. Tenía mala cara cuando compareció ante los medios y parecía agotado. No era para menos. Llevaba pegado al teléfono desde la tarde del día anterior. El presidente fue informado de la inminencia del ataque por el norteamericano George W. Bush y el británico Tony Blair, un grupo al que ya se conoce como «los tres de las Azores». La primera llamada la recibió Aznar a las seis de la tarde del miércoles desde Gran Bretaña. En ella, Blair le adelantó los planes de atacar. Hablaron quince minutos. Dos horas más tarde, a las ocho, Bush le confirmó que la guerra era inminente y le dio detalles de la operación. La charla duró también quince minutos, según fuentes próximas al presidente. Inmediatamente, Aznar llamó al Rey, le transmitió la información y le informó de que el Gobierno respaldaría plenamente el ataque. Aznar esperó todavía unas horas antes de llamar a Zapatero, con quien habló sobre las once de la noche durante diez minutos. El secretario general del PSOE rechazó ayer de plano la oferta de consenso que le hizo Aznar y aseguró que «el único escenario posible para llegar a un entendimiento» con el presidente es que reclame a Bush que pare la guerra, que retire su contribución con las Fuerzas Armadas españolas y niegue a Estados Unidos el uso de las bases españolas. Aseguró que el ataque se ha llevado a cabo «al margen de la legalidad internacional y España no debe involucrarse». Consideró también «inaceptable» que EE.UU., Reino Unido y España desautoricen a la ONU. El coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, hizo un llamamiento a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia de los soldados destinados a la zona del conflicto. Acusó a Aznar de estar actuando «como un forajido» por enviar ciudadanos al «corredor de la muerte». El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, expresó su total rechazo al ataque y pidió al Gobierno que «asuma sus responsabilidades de futuro». En una declaración institucional, Pujol apeló a la necesidad de rehacer la unidad europea y recomponer un nuevo marco de legalidad internacional bajo el amparo de la ONU. Tanto el Gobierno como el Parlamento vascos también censuraron la ofensiva bélica.

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