Medio millón de iraquíes abandonan sus hogares ante el avance de las tropas

Vestido con traje de campaña y flanqueado por militares de Gran Bretaña, Australia, Holanda y Dinamarca, el general Tom Franks hizo ayer su primera comparecencia pública desde que comenzó el ataque contra Irak. Aparentemente relajado, el general se sometió a la batería de preguntas de los cientos de periodistas enviados a Qatar, donde está instalado el centro de operaciones del ejército norteamericano. «Esta guerra es completamente distinta a cualquier otra de la historia», anunció durante su introducción. Sin embargo, como en todo conflicto armado, hay un enemigo concreto que, de momento, no ha sido eliminado. «No tenemos ni idea de dónde está Sadam Huseín», confesó el general Franks. No obstante, dijo que los progresos de la campaña «no cambiarán pase lo que pase con Sadam». Porque Franks dejó claro que pese a que nadie conoce el paradero exacto de Sadam ni su suerte -circulan rumores de que fue herido en el primer bombardeo de Bagdad- el presidente iraquí «ha perdido el mando» y está incomunicado. Un periodista sugirió que el Gobierno norteamericano estaba mintiendo respecto a la tenencia de armas de destrucción masiva por parte de Irak puesto que nadie las ha encontrado hasta ahora, a lo que Franks respondió: «Ellos tienen armas de destrucción masiva pero esperamos que sean conscientes de que no deben utilizarlas», sentenció sin ofrecer pruebas. Su comparecencia estuvo cargada de retórica patriótica, apenas dio datos concretos y evitó contestar a preguntas directas como cuándo llegará el final de la guerra. Sí confirmó la rendición «de entre 1.000 y 2.000» miembros del ejercito de Huseín y también la destrucción de lo que llamó un «complejo terrorista», teóricamente un campo de entrenamiento de Al Qaeda situado al norte de Irak y en cuyo ataque, según la agencia AP, murieron 250 personas.