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Los brigadistas quitan la bandera de España

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León

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Manos rojas contra la guerra de Aznar. La puerta de la embajada de España en Bagdad, cerrada desde hace un par de meses, se convirtió ayer en un panel de protesta contra la participación del Gobierno español en la contienda. Para abrir boca, los nueve brigadistas presentes en Bagdad, entre los que se encuentra la leonesa Ana María Rodríguez Alonso, optaron por lo simbólico: marcar con la palma de la mano pintada de rojo sangre la cancela y las placas de la entrada. Pero el acto consistió, fundamentalmente, en sustituir la enseña rojigualda por la tricolor (rojo, blanco y negro) iraquí. «Hemos decidido retirar (porque consideramos una ofensa intolerable que esta bandera, que representa a uno de los gobiernos más implicados en la agresión contra el pueblo iraquí, ondee a la vista de sus ciudadanos y ciudadanas mientras su país está siendo atacado militarmente», dijeron. Para dar el cambiazo, dos miembros de la Brigada del Estado Español contra la Guerra se introdujeron en el recinto diplomático tras cortar la alambrada que remata la tapia. No tuvieron ningún impedimento: los dos soldados iraquíes de guardia en una caseta próxima se instalaron en la acera de mirones, la mar de contentos por presenciar un signo de actividad en el barrio, Al Mansur, congelado en el lujo y el miedo. Tras ganar la azotea, los dos brigadistas, enmascarados con kufias beduinas, procedieron a arriar la rojigualda e izar la iraquí, tres franjas adornadas con tres estrellas verdes sobre blanco. Todo discurría a la perfección cuando de improviso se oyó un clamor: «¡Que está al revés, que la franja roja es la de arriba!», protestaron ruidosamente los pocos iraquíes. Dicho y hecho, la enseña, con un crespón negro en señal de luto, recuperó la horizontalidad correcta en un segundo. A continuación, tres brigadistas dieron lectura a un comunicado en español, inglés y euskera; las pancartas también eran trilingües. «La guerra contra Irak es ilegal e inmoral. El Gobierno español se ha situado por ello al margen de la legalidad internacional y ha perdido toda legitimidad democrática al despreciar la opinión de una ciudadanía abrumadoramente contraria a la guerra», leyeron.