Diario de León

«Esta guerra es absurda» Javier Saviola (delantero del F.C. Barcelona)

La información echa el cierre

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La primera víctima de una guerra es siempre la información, pero nadie creía que en este punto pudiera haber también daños colaterales. El desmantelamiento del ministerio del ramo, centro de prensa y auténtico plató televisivo de Bagdad, se ha convertido en el primero. Anteanoche, un misil se llevó limpiamente, de arriba abajo la sede del Ministerio de Información, situado junto al río Tigris. Antenas parabólicas chamuscadas y una dentellada en la cornisa de la azotea revelaban el daño infligido. El tragaluz se atiborró de metralla y los cristales de las ventanas saltaron al vacío, pero no hubo que lamentar víctimas, sino sólo damnificados: entre otros, los equipos de televisión presentes en Bagdad -cadenas españolas incluidas- y las principales agencias internacionales de prensa. Todos han tenido que trasladarse con sus aparatosos pertrechos -paelleras «parabólicas», unidades móviles y mesas de edición- al hotel Palestine, donde, curiosamente también tienen su cuartel general los escudos humanos, además de centenares de periodistas. A rastras, y en comandita, les siguió toda la nómina de funcionarios del ministerio, desde su jefe máximo, Mohamed Sayed as Sahaf, al penúltimo guía oficial, compañía obligatoria -e ineludible- para cualquier periodista. Las agencias de prensa tenían su espacio instalado en la planta baja del ministerio, el mismo espacio oscuro y angosto donde la tropa indómita de informadores tramitaba a diario visados, acreditaciones o permisos. Antes de la guerra, el negociado de consecuciones varias era capaz de cortocircuitar la paciencia del santo Job o de dinamitar la templanza más aquilatada, pero fue caer la primera bomba e instalarse en la actividad cotidiana del gremio una alegalidad informal y muy, pero que muy práctica: todos estamos hoy algo más indocumentados, pero también bastante menos rendidos a la burocracia. Rumores confirmados Los rumores sobre un inminente ataque al ministerio corrieron por Bagdad dos días antes de suceder. Radio macuto, por una vez, dio en el clavo. Los grandes de la televisión (BBC, NBC, ABC, etc) no tardaron en desmantelar los cobertizos instalados en la terraza que rodea el edificio en la primera planta. La huída semejaba un éxodo, pero allí seguían, echándole torería y garra, dos teles españolas, Antena-3 y Euskal Telebista (ETB), que entraron en directo desde alli pocas horas antes de la caída del misil. «Daba pánico», cuenta Joseba Iriondo el presentador del informativo de mediodía de ETB; «era un día de perros, llovía barro y había una tormenta de arena que no dejaba ver a veinte metros. Pero lo peor era la sensación de desbandada que daba a la terraza, con los tenderetes de las televisiones abandonados, los cables arrancados y listones de madera y plásticos rodando por el suelo». Si ETB y Antena-3 aguantaron la embestida del riesgo, la permanencia de Mediapro, una productora española, roza la temeridad. Sus técnicos, chicos voluntariosos y arrojados, se quedaron hasta el último minuto, y cuando no pudieron más se replegaron al cercano hotel Rachid, que tampoco está en una zona muy segura que digamos. En el ministerio sólo quedaba la unidad móvil de APTN, calentando motores en una esquina para la estampida, y unos pocos operarios iraquíes recogiendo cables en la terraza. Quien avisa no es traidor, y el «pepinazo» del viernes huele a chamusquina. O, por seguir con los refranes, ojo con las barbas del vecino: la sede de la televisión iraquí blanco de un parte de ataques la semana pasada, está al lado mismo del ministerio, y ya se sabe que no hay dos sin tres. Sólo los montes del Tigris, mayestático y oscuro, se han salvado de la quema por el momento. Pero cuando caigan las bombas sobre ellos, no habrá cámaras allí para contarlo. Destrozos En el sistema de comunicaciones, inutilizadas a un ritmo de dos o tres por día, las subestaciones distritales de comunicaciones siguen cayendo como piezas de una torre de naipes. Las últimas fueron las de Sarjiya, en pleno centro de la ciudad, y Adhamiya al norte. El teléfono no funciona en Bagdad desde el jueves, y el continuo bombardeo de los centros de telecomunicaciones parece corroborar que se trata de un objetivo de primer orden. Pero todos temen que tras la interrupción del servicio telefónico se avance en el estrangulamiento de la población civil mediante ataques a otros dos blancos estratégicos, por necesarios: las centrales eléctricas y las plantas potabilizadoras de agua. Está por ver cuál es la tenaza siguiente, si el agua o la electricidad, y cuándo, porque entonces la rendición de Bagdad habrá comenzado.

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