Diario de León

OPINIÓN Javier Fernández Arribas

Marines americanos

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El soldado siempre agradece que su jefe le haga una visita. Sobre todo en una situación como la que están padeciendo en Irak los marines norteamericanos. El general Tommy Franks, máximo mando al frente de la operación «Libertad iraquí», realiza su primera visita a las tropas en combate que están bajo su mando. Este general de cuatro estrellas, veterano de la guerra del Golfo de 1991, está envuelto en una dura polémica sobre la cantidad y la calidad del despliegue militar desarrollado para derrocar al régimen de Sadam Husein, y sobre su permeabilidad para aceptar las imposiciones del sector civil del Pentágono, en concreto del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Es cierto que la operación «Libertad iraquí» lleva en marcha apenas doce días para pensar en un fracaso total, pero lo que está ocurriendo ya se veía venir la semana pasada. Problemas, muchos problemas, y gran parte porque las previsiones realizadas no tienen nada que ver con la realidad. Y la presión de la opinión pública va en aumento, así como las críticas en algunos medios de comunicación norteamericanos. Pero sólo en algunos, porque las críticas realizadas por el veterano reportero de guerra Peter Arnett en la televisión iraquí a la estrategia del Pentágono le ha costado el despido en la cadena de televisión NBC. Daño colateral informativo. En el caso concreto de los soldados, el calvario sufrido la semana pasada en el centro de Irak tiene mucho que ver con el descanso que han disfrutado durante las últimas horas. Después de más de varios meses esperando en el desierto de Kuwait, llegan a tierras iraquíes y sufren el primer contratiempo: una tormenta de arena que les cegó y les provocó innumerables dificultades. Por si eso fuera poco, tuvieron que cambiar rápidamente la percepción de que la población civil les recibiría con los brazos abierto como libertadores después de 24 años de dictadura del régimen de Sadam Husein. En seguida se dieron cuenta de que los civiles les disparaban y, además, se inmolaban con un taxi-bomba para cazarles. Ya no se pueden fiar de nadie. Si es que en una guerra te puedes fiar de alguien, que no. Ni siquiera tienen asegurado el reabastecimiento cuando se les exige

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