«El pueblo árabe tiene su orgullo y el precio es la libertad, pero no con misiles sino desde dentro» Mustafá El M''rabet (Atime)
Malditos periodistas
«Los momentos cruciales de la batalla no se ven por televisión. Los reportajes suavizan la guerra y permiten que ésta entre en el corazón de los hogares. Si nos dejan mirarla será porque la guerra no es tan mala... Este es el peligro del embedding». Con estas palabras explicaba un soldado veterano de la guerra del Golfo la manipulación que se esconde tras el envío de periodistas al frente. Anthony Swoffor resumía el domingo en el New York Times las muchas directrices que recibió durante aquella guerra para lidiar con la prensa. ¿El objetivo? Dejar ver sólo el lado humano y esconder, por ejemplo, las quinielas que realizaban los soldados sobre quién mataría más iraquíes. Aquel conflicto sufrió mucho la censura y este año el Pentágono decidió compensarlo con el envío de 600 periodistas al frente. Ver a los reporteros sudar y sufrir junto a las tropas parecía una buena fórmula propagandística. El embedding hizo mucho por la patria sobre todo en los preliminares del conflicto. Pero últimamente, y a pesar de la rígida censura sobre las imágenes que se ven en USA, no todas las informaciones le son favorables al Ejército: «Lo siento pero la chati se puso en medio», comentaba en una crónica en el New York Times un soldado explicando la muerte de una civil en el sur de Irak. Frases como esta son las que asustan al Pentágono, que según el Washington Post ya se está arrepintiendo del embedding. Noticias como el parón de las tropas, soldados hambrientos o la falta de abastecimiento han surgido de ahí. Afortunadamente para el Pentágono, las empresas, que no los periodistas, comulgan con la doctrina de la propaganda: ayer el premio Pulitzer Peter Arnett fue despedido de la NBC tras ser entrevistado por la televisión iraquí y decir que el plan estadounidense había fracasado. En la guerra del Golfo fue la CNN la que le despidió por informar demasiado. Durante la entrevista en la televisión iraquí, Arnett reconoció que las informaciones que los corresponsales difunden desde Bagdad a propósito de las víctimas civiles y de la resistencia de los combatientes iraquíes se están «volviendo en contra de Estados Unidos» y dando la razón a los opositores a la guerra. Asimismo, explicó que tras chocar con la resistencia iraquí, Washington y Londres estaban ralentizando la ofensiva «y reescribiendo el plan de guerra» tras el «fracaso» del primero. «Ahora está intentado elaborar otro», añadió, apuntando que los estadounidenses habían subestimado «la determinación» de las tropas iraquíes. La entrevista, que fue solicitada a Arnett poco después de su asistencia a un desayuno del Gobierno, fue emitida el pasado domingo en inglés, con un traductor iraquí de uniforme. Se convirtió de inmediato en objeto de polémica en Washington, donde numerosos políticos partidarios de la guerra criticaron con fuerza al periodista por «hacer propaganda» a Bagdad. La presión fue tanta que Arnett accedió a disculparse. «No soy antiguerra ni antimilitarista». En un primer momento, la cadena ofreció su apoyo al corresponsal. Luego, le despidió. Sobre su futuro, el periodista broméo ayer: «Hay una pequeña isla en el Pacífico sur, deshabitada, a la que voy a intentar llegar nadando».