OPINIÓN Javier Fernández Arribas
Dominio
Por fin se aplica la estrategia que todos esperábamos y que había dado tan buenos resultados en el pasado. No es nada nuevo. Es la doctrina que algunos denominaron en 1991 como Doctrina Powell. Quizá por eso el nuevo responsable del Pentágono, Donald Rumsfeld, decidió que había que distinguirse y ganar la guerra contra Irak a su manera. Lo que se ha llamado el nuevo estilo Rumsfeld de guerra rápida, tecnológico-precisa y de verdad televisada en directo con el método de los periodistas embebed (asignados a las unidades norteamericanas) se ha demostrado insuficiente e ineficaz. El recurso a lo «más vale malo conocido que bueno por conocer» significa que se han incrementado masivamente los bombardeos contra objetivos iraquíes. Lo que todos esperábamos en un principio, tal y como había difundido con altavoces el general Colin Powell a la hora de explicar la estrategia que se iba a seguir en la Guerra del Golfo de 1991: «nada de guerra progresiva, todo por el aire y lo imprescindible por tierra». Una teoría emanada de las duras enseñanzas aprendidas con sangre y fuego en Vietnam. ¿Por qué se cambio la estrategia en Irak? Nadie asume el error. La única dimisión que se ha producido ha sido la del asesor del Pentágono, Richard Perle. Las vinculaciones de importantes miembros de la administración Bush con empresas petrolíferas y con consorcios aspirantes a sustanciosos contratos de reconstrucción de Irak fue la gota para la salida de Perle, uno de los más duros y perseverantes defensores de la opción de guerra quirúrgica con el error más impresionante: la ofensiva terrestre al mismo tiempo que la aérea en una operación relámpago para llegar a Bagdad sin asegurar las líneas de aprovisionamiento por tener una cola logística de casi 500 kilómetros hostigada por los iraquíes. Después de mucha polémica en los propios medios de comunicación norteamericanos, poco sospechosos sobre el bando que defienden y con qué profesionalidad y exigencia hacen su trabajo, los mandos militares estadounidenses han optado por utilizar el dominio aéreo de EE. UU. y el Reino Unido y machacar las posiciones defensivas iraquíes. Algo que era de libro y que no se ha producido hasta diez días después de iniciarse la guerra. Los resultados de este cambio se podrán comprobar con mayor celeridad de la que pensamos. Sólo la voluntad de defensa de los mas comprometidos con el régimen de Sadam resistirán. Pero si además se abre el frente del norte, entonces las cosas estarán en su sitio a la espera del asalto de Bagdad, que es de verdad donde se juega todo.