Diario de León

OPINIÓN Manu Leguineche

Las víctimas civiles

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Siempre mueren los mismos, pero unos más que otros, como diría George Orwell en Granja de animales. Sobre todo mueren los civiles, cada día más. Caen menos soldados, protegidos por la distancia o los bombardeos de la fuerza aérea, y más paisanos. Es lo que lo que ha ocurrido en la barrera de control al sur de Bagdad, en Kerbala. Siete civiles ametrallados, cinco de ellos niños. De los cuatro millones de civiles muertos en los conflictos de la ultima década dos millones eran niños, cientos de miles quedaron lisiados, más de un millón huérfanos o separados de sus padres, diez millones con traumas. Irak ha sufrido tres guerras en veinte años. Hasta ahora la cuenta de los muertos en los bombardeos es de 653 civiles muertos y 4.840 heridos. Es una estadística iraquí. No conviene fiarse, tienden a minimizar las bajas. En la Primera Guerra del Golfo dieron una cifra de 8.830 civiles muertos. Jimmy Carter aseguró que ese número podría elevarse a 150.000. No hay guerras limpias: de Irak a Chechenia, todas son sucias. Tampoco hay guerras humanitarias, una contradicción en los términos. La tragedia del coche ametrallado de Kerbala se explica desde los nervios, desde el desprecio a las victimas civiles, como en Vietnam, en My Lai, desde la inexperiencia. Primero disparas y luego preguntas. Total, son muertos ajenos. Estos marines, y no es una justificación, desde luego, no está preparados para librar este tipo de guerra subcutánea, de barreras de control, de la que tan solo los británicos que patrullaron en Irlanda del Norte tienen alguna noticia. Colin Powell, el secretario de Estado de EE.UU. había prometido un conflicto sin víctimas civiles. Ahora dirá que son inevitables. En la Primera Guerra Mundial, uno de cada quince soldados de EE.UU. resultó muerto o herido, uno de cada catorce en la Segunda Guerra Mundial, uno de cada doce en Corea, uno de cada dieciséis en Vietnam. Unos 760 soldados norteamericanos cayeron en la Primera Guerra del Golfo. No hubo bajas en Bosnia o en Kosovo, en Afganistán llevan 66. A esto se le llama bajas, cuando el combatiente queda incapacitado para seguir en la lucha. El resto, ya saben, son, para ocultar la verdad, «daños colaterales». Estas cifras nada tienen que ver con las de la Primera Guerra Mundial. En diez horas, en la guerra de trincheras del Somme, en Francia, cayeron 54.000 soldados británicos. Una carnicería. Hoy el soldado combate mas bien por delegación. Las bombas «inteligentes» hacen el trabajo sucio por ellos. En la ofensiva por las islas del Pacifico los marines perdieron 24.000 hombres ante los japoneses. Hoy el soldado tiene más posibilidades que nunca de sobrevivir. Los que están cada vez menos protegidos por el diluvio de acero y metralla que se les viene encima son los más inocentes, los paisanos, los que no tienen chalecos, gafas de infrarrojos o enfermeros veloces. Son los hermanos de los caídos en Guernica, en Dresde, en Hiroshima. El siglo XXI será también, y sobre todo, el de las victimas civiles. Las bodas se transforman en funerales, como en Afganistán en «silencios colaterales». Y en Irak, todavía, no hemos visto lo peor, el último acto de la tragedia, el combate urbano. Hay sed de agua entre los inocentes: las temperaturas alcanzarán ya este fin de semana los 47 grados centígrados en el llamado teatro de operaciones. «No existen testigos buenos, pero cuando los hay, cuando dicen la verdad, pueden ser creídos», escribió el historiador Marc Bloch, que luchó en los frentes de la Primera Guerra Mundial. Como merece ser creído el periodista William Braginin, veterano del The Washington Post, diario que desde el primer momento apoyó a Bush y a la guerra de tan sarcástico título «Libertad para Irak». Braginin estuvo allí, en el episodio de los civiles muertos en Kerbala y lo ha contado. Quizá este magnifico periódico se lo piense para el próximo conflicto. El Pentágono ha sacado la cara por los marines que abrieron fuego en la carretera. ¿Es que no han provocado los ejércitos, otra vez desde Irak a Chechenia, suficientes padecimientos como para que el hombre escarmiente? Alguien dijo que si los muertos en el frente volvieran a la vida se acabarían las guerras. Ni así. ¿En qué lugar queda el valor curativo de la memoria?

tracking