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OPINIÓN Javier Fernández Arribas

A Bagdad

Publicado por
León

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Los experimentos se hacen con gaseosa. Es la sabia recomendación que circula siempre cuando tienes entre manos asuntos de gran trascendencia. Sin embargo, la vanidad y la prepotencia son malas consejeras cuando lo que están en juego son miles de vidas humanas. Pero además, por que el destino político y estratégico del mundo depende en estos momentos del resultado de una guerra que ha provocado demasiados muertos inocentes y graves fracturas en la sociedad occidental. En la sociedad árabe, la actitud generalizada es de protestas moderadas sin demasiado entusiasmo por parte de los gobiernos que temen el estallido de la calle dentro de una marea islámica radical de difícil control. La rectificación militar norteamericana ha surtido efecto. El plan Rumsfeld, por mucho que el secretario de Defensa quiera echarle el «muerto» al general Franks, ha sido un fracaso total que ha costado muchas vidas y que a punto ha estado de colapsar toda la operación por la falta de aprovisionamiento de las tropas de vanguardia cuando la semana pasada estaban atrapadas, además, en una desesperante tormenta de arena. Los seis días posteriores de intensos bombardeos de las posiciones defensivas iraquíes han dado sus frutos porque los angloamericanos han cruzado el río Tigris, la línea roja, y Bagdad está a tiro. Washington ha aplicado estos últimos días la doctrina denominada Powell: nada de guerra progresiva, ni ataque terrestre hasta que la aviación haya abierto el camino, ni subestimar al enemigo. Es conocida por el nombre del actual secretario de Estado porque fue él quien la puso en práctica con éxito, como jefe del Estado Mayor Conjunto, en la Guerra del Golfo de 1991. Después Kosovo y Afganistán, fueron los últimos escenarios donde se aplicaron con buenos resultados estas enseñanzas del Vietnam. En fin, que la política es rastrera y transforma el ego personal en una actitud temeraria que no tiene en cuenta las vidas que se puedan perder. Después del enorme traspiés inicial, los norteamericanos retomaron la estrategia de los bombardeos masivos para limpiar el paso a la sufrida infantería. Lo que hay enfrente ahora es la prueba final, donde se juega el desenlace de la guerra. Los norteamericanos temen el uso de armas químicas para lo que sus soldados están preparados. Se puede vaticinar un combate a muerte, casa por casa. Eso supondría un enorme riesgo de bajas aliadas e iraquíes. Se sigue intentando un golpe mortal a la cabeza del régimen, si es que Sadam continúa con vida. Es la incógnita de los últimos días. Su ausencia de las cámaras de televisión a la hora de llamar a todos a la guerra santa, bueno a los iraquíes porque el resto de árabes y musulmanes no le prestan demasiada atención, suscita todas las conjeturas habidas y por haber. Sobre todo entre los servicios de inteligencia que se juegan su credibilidad y su futuro. No habría que descartar que el régimen fuera capaz de estar ocultando tanto tiempo las heridas o, incluso, la muerte de Sadam. Pero a estas alturas eso ya está amortizado. Una rendición del presidente iraquí podría salvar muchas vidas en Bagdad pero es muy dudoso que lo haga. El séptimo de caballería y la tercera división de infantería están a las puertas de la capital iraquí por el sur y, después de lo que les ha costado llegar, no van a permitir que los máximos responsables del régimen se vayan de rositas. Una rendición de Sadam, sus hijos y demás responsables del régimen salvaría muchas vidas. Los bombardeos han allanado el camino pero tomar la ciudad es otra cuestión mas complicada. Si funcionara el frente del norte sería más sencillo. Ya veremos.

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