Diario de León

Aznar dice que un «país simpático» no gana respeto

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El presidente del Gobierno está más convencido que nunca de que su postura respecto a la crisis de Irak y la intervención estadounidense ha sido acertada. Ahora que el fin de la guerra se aproxima, Aznar vuelve a hablar -como antes de que estallara el conflicto en el Golfo Pérsico y en las calles españolas- de un escenario óptimo para el protagonismo internacional de España. Así lo hizo ayer en un almuerzo celebrado en La Moncloa con un grupo de empresarios españoles. «España -aseguró- será esta década una de las democracias más importantes de Europa y del mundo». Ni habló de la contienda, ni mencionó el apoyo de las tropas españolas, pero de forma implícita el jefe del Ejecutivo se refirió a las consecuencias positivas que la actitud inamovible del Gobierno en todo este asunto tendrá para el país y sus relaciones exteriores. Frente al auditorio idóneo para este tipo de consideraciones, Aznar dijo que España participa de forma decisiva en la definición del presente y el futuro de Europa, algo que no hará más que mejorar cuando se convierta en la quinta economía más importante de una UE compuesta por veinticinco países. Pese a que en esta ocasión pudo dejar el discurso político en un segundo plano para centrarse en datos prácticos, el presidente del Gobierno no dudo en justificar su conducta y, de paso, dar criticas a la oposición. «Este no puede ser sólo un país simpático, tiene que ser serio y como tal debe ser considerado y respetado en el mundo», explicó. Con un símil empresarial, Aznar se comparó con un gerente que debe tomar decisiones a menudo desagradables y, citando a Wiston Churchill, añadió: «Los dirigentes, más que amables tienen que ser sensibles». La crítica al PSOE vino unida a este argumento, aunque en esta ocasión fue menos duro que durante la semana pasada. En lugar de calificar sus peticiones de peligrosas para España, advirtió que «decir no a todo» -es decir, pedir que se denieguen el uso de las bases, el sobrevuelo de los aviones estadounidenses y que vuelvan las tropas españolas- es un «ejercicio de infantilismo que no conduce a ningún sitio». Lo que, en cambio, a su modo de ver, sí coloca a España en la posición adecuada es asumir responsabilidades y ejercerlas. Así, piensa el presidente, podrá ejercer su influencia donde sea adecuado y conveniente.

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