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RESUMEN DE LA GUERRA/ Enrique Clemente «Cada día que acerque la guerra a su final, es un día muy bueno» Gerhard Schroeder (canciller alemán)

Al final, la guerra fue un paseo

Un prisionero iraquí mira a la cámara tras ser capturado en Sayyid Muhammad, al nordeste de Bagdad

Publicado por
León

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De seis días a seis semanas. Esa era la predicción de Donald Rumsfeld sobre la duración de la guerra antes de que comenzara. Al final, no han sido seis días, pero sí tres semanas, lo que se acerca bastante al paseo militar que se esperaba, dada la descomunal desproporción de fuerzas. Sólo los milicianos han ofrecido resistencia, ya que el Ejército regular no ha aparecido en escena y la Guardia Republicana ha sido destruida con cierta facilidad. De todas formas, la oposición en Umm Qasr, Basora, Nasiriya y Najaf fue en algunos momentos dura. Aunque el balance de muertos tardará tiempo en establecerse, si alguna vez se llega a hacer, sí se puede decir que han muerto cientos de civiles y miles de soldados iraquíes y sólo dos centenares de militares de la coalición anglo-americana. Matar a Sadam Desde el mismo momento del inicio de la guerra -las 3.35 horas del 20 de marzo- EE.UU. quiso dejar claro que su objetivo era acabar con Sadam Huseín. Por ello, Bush comenzó la contienda con un bombardeo selectivo que buscaba decapitar al régimen matando al dictador, que habría sido localizado por la CIA en un edificio de Bagdad. Simbólicamente, el final del conflicto casi coincidía con otro ataque selectivo, ocurrido el 7 de abril, que también pretendería matar a Sadam en un búnker donde se podría encontrar junto a sus dos hijos. ¿Es cierto que había información sobre su paradero o se trató de mera propaganda para enviar un mensaje preestablecido? Ofensiva terrestre La gran sorpresa de la campaña militar fue el inicio simultáneo de los bombardeos y de la ofensiva terrestre. En la primera Guerra del Golfo tuvieron que pasar cinco semanas y media para que en sólo cuatro días se completara el trabajo por tierra. Impacto y pavor Dos días después de comenzar EE.UU puso en marcha la ofensiva aérea «Impacto y Pavor», una lluvia de fuego sobre la capital iraquí que intentaba provocar el terror en el régimen y los soldados enemigos para que se rindieran. Según declaró el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, «es el bombardeo más preciso y selectivo de todos los tiempos». «Es realmente impresionante», concluyó. En esas primeras jornadas, los iraquíes parecían ofrecer escasa resistencia. El general al mando de las operaciones, Tommy Franks, aseguraba que la guerra «no se parecerá a ninguna en la historia». Escenario de pesadilla Subitamente la euforia de los primeros días se tornó en pesimismo. Los iraquíes, sobre todo los milicianos fedayines, resistían más de lo esperado. Incluso se llegó a hablar de escenarios de pesadilla que evocaban el fantasma de Vietnam. Las críticas a Rumsfeld arreciaron, ya que se ponía en duda su estrategia de avanzar con toda rapidez hacia la capital iraquí con menos hombres de los necesarios, dejando la retaguardia desguarnecida y a merced de los ataques enemigos, lo que supuso un recrudecimiento de la ofensiva iraquí que complicó mucho la guerra. Matanzas en los mercados Los llamados eufemísticamente daños colaterales no tardaron en aparecer. Pero fue a la semana de comenzar las hostilidades cuando llegó la primera matanza de civiles, en este caso en un mercado de Bagdad. Era la imagen que EE.UU. trataba de evitar, pero que se volvió a repetir dos días más tarde en otro mercado de la capital, cuando una bomba mató a más de 50 personas. Dos fotografías quedarán como símbolos de la barbarie y el horror de la guerra: la niña de Basora con las piernas destrozadas y el niño de 12 años que perdió los brazos y a toda su familia en Bagdad. Ataques suicidas A los diez días del inicio del conflicto, Irak utilizó el método de los ataques suicidas para combatir a los invasores. Cuatro soldados estadounidenses resultaban muertos cuando un kamikaze hizo estallar su carga explosiva al ser detenido en un puesto de control al norte de Nayaf. El suicida fue condecorado a título póstumo. Cuatro mil voluntarios árabes estarían en Irak dispuestos a inmolarse por Sadam. Escaso apoyo de los iraquíes Los halcones del Pentágono creían que la población -sobre todo los chiis del sur- se rebelarían contra Sadam una vez que se iniciara la invasión. Contaban con que los iraquíes recibirían con aplausos y flores a los supuestos liberadores. No fue así. En buena medida porque los chiis temían ser traicionados de nuevo, como en 1991, cuando fueron masacrados por el tirano tras ser abandonados por Bush padre tras animarles a levantarse en armas. También porque Sadam había colocado en Basora y otras ciudades sureñas acomisarios del Partido Baas, fedayines y guardias republicanos para reprimir posibles revueltas. Sólo tras la caída de Basora y ayer de Bagdad se comenzaron a ver las imágenes de alegría de la población que Bush quería haber tenido antes. Caída de Basora Las fuerzas británicas tomaron el control de Basora hace tres días, después de dos semanas de paciente asedio en las que tuvieron que emplearse a fondo. Su táctica consistió en evitar los combates en la calle y la muerte de civiles e ir tomando posiciones. Tras la toma de Bagdad se produjo el caos en forma de pillajes y saqueos. Toma de Bagdad En sólo seis días, las tropas han tomado el control de la capital, que Sadam había dicho que convertiría en una nueva Stalingrado. Primero asaltaron el aeropuerto, luego cercaron la ciudad y tomaron los palacios del dictador y ayer tomaron Bagdad ante el desfondamiento del régimen.

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