Los imanes se ven obligados a cerrar sus mezquitas, los comerciantes atienden con fusiles y civiles desesperados asaltan las cárceles
De soldados a policías
El caos, la anarquía, los asesinatos y los saqueos se han adueñado de Irak. Mientras que los soldados estadouni
La turba sin control asaltó a media tarde el Museo Arqueológico Nacional de Bagdad, donde se atesoran piezas únicas, con un valor incalculable, de la cultura mesopotámica. En este paisaje de robos, ayer le tocó el turno a la sede de los servicios de inteligencia iraquíes. La muchedumbre entró en el edificio no sólo para sacar partido a los enseres, sino también para buscar las fichas de personas que el régimen de Sadam ha hecho desaparecer en estos 24 años de dictadura. Cientos de civiles desesperados asaltaron el cuartel general de la inteligencia del régimen de Sadam en busca de sus familiares detenidos en estas instalaciones. Los civiles suplicaron ayuda a los marines americanos para poder rescatar a los presos que se encuentran encarcelados en celdas subterráneas y que llevan varios días sin comer. Muchos comerciantes empuñaron fusiles de asalto AK-47 Kalashnikov y viejas pistolas soviéticas Tocarev para hacer frente a la multitud que pretendía asaltar sus negocios. Más de 30 civiles fueron atendidos por heridas de bala en los hospitales de Bagdad. Estas personas pretendían participar en asaltos o fueron víctimas de los robos que se prodigan por toda la ciudad. El caos también se adueñó de la sanidad, sin medicamentos y sometida al saqueo civil. Los hospitales de Bagdad se enfrentaban ayer a una situación «catastrófica» y los médicos que no habían huido exhibían armas para disuadir a los saqueadores, que ya han robado medicamentos, estetoscopios e incluso las incubadoras. «De los 32 hospitales de Bagdad, sólo tres funcionan y en condiciones anormales», declaró Pascal Jansen, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Tras la primera inspección del CIRC en muchos días, Jansen precisó que en los hospitales «falta agua, electricidad, médicos y personal» y que en estas condiciones «no subsistirán más de tres o cuatro días». En el Centro médico Sadam (SHC), el mayor de la capital, apenas el 10 por ciento del personal sigue trabajando. Ante sus puertas esperan a ser atendidas algunas personas con heridas todavía sangrantes, mientras los cadáveres se agolpan en los pasillos e incluso dentro de un camión frigorífico. Todos los pacientes son rechazados «excepto los heridos de bala», según explicó un médico del SHC que sólo ha dormido diez horas en los últimos diez días.