EE.UU. dice haber hallado una cabeza de misil con restos de un gas nervioso en Kirkuk
Las únicas pruebas de armas tienen 12 años
Las únicas evidencias de que Sadam tenía armas de destrucción masiva fueron obtenidas hace doce años, cuando la ONU las destruyó, y desde entonces no ha aparecido ni una prueba sólida de que Irak haya reproducido su capacidad para cargar bombas y misiles con agentes químicos y bacteriológicos. Un ejército de 300.000 soldados lleva tres semanas buscando el inmenso arsenal de destrucción masiva de Sadam, pero el único vestigio que ha encontrado es una cabeza de misil, hallada en una base aérea en Kirkuk, que contenía restos de un gas nervioso sin identificar. Es un indicio, pero poco significativo si se tiene en cuenta que los aliados reiteraron ayer mismo que la descomunal amenaza que denunciaron era y sigue siendo real. Estados Unidos asegura que hay miles de almacenes de armas tóxicas en Irak, y que la documentación que lo certifica está en los domicilios de cientos de espías que se habrían llevado a sus casas ordenadores y archivos poco antes de la invasión. Si eso es verdad, es sólo cuestión de tiempo que den con ellos. Pero, mientras tanto, se van desvirtuando los argumentos y los informes oficiales con los que Estados Unidos, el Reino Unido y España justificaron la guerra. Gobierno británico Poco antes del ataque, el primer ministro británico, Tony Blair, presentó al Parlamento el relato del arsenal químico iraquí en 1991: más de 39.000 litros de toxina del botulismo, ántrax y aflatoxina, y 800 toneladas de gases VX, mostaza, tabún, sarín y ciclosarín. Blair desveló también que Sadam había retomado la producción de esas armas tras la expulsión de los inspectores de la ONU en 1998, y que su Ejército podía ejecutar la orden de emplearlas en menos de 45 minutos. Si las tenía, el dictador no las usó ni siquiera para salvarse. El secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell, esgrimió en febrero ante la ONU un informe de la CIA según el cual Sadam había reiniciado sus programas de armamento tóxico. En él hay fotografías de las armas que fueron inventariadas y destruidas por la ONU en 1991: bombas, misiles y cohetes con capacidad para cargar ántrax, ricina, aflatoxina, gas sarín y cultivos de la bacteria del botulismo. También figuran varios mapas con iconos -máscaras antigás- que señalan los lugares donde, presuntamente, había nuevos almacenes y fábricas de esos productos. Casi todos están ahora en zonas controladas por los aliados, pero no hay ni una sola prueba de que las informaciones de la CIA estuvieran en lo cierto. El Pentágono Pocas semanas antes de la guerra, el Pentágono y los servicios de Inteligencia de los Marines elaboraron un pormenorizado documento, de más de 400 páginas, destinado al personal militar que iba a participar en la invasión. En él se detallan todas las armas ligeras, tanques, blindados, aviones, helicópteros, barcos y piezas antiaéreas y de artillería del Ejército de Sadam, así como sus tácticas más habituales y sus puntos débiles. Pero sólo se dedican dos páginas a las armas de destrucción masiva, con referencias tan vagas como ésta: «Es posible que Irak todavía posea una capacidad residual de producción (de armas químicas y bacteriológicas), a pesar de los daños causados a sus instalaciones en la primera guerra del Golfo y de las inspecciones de las Naciones Unidas, que forzaron su destrucción».