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ANÁLISIS/Gonzalo Bareño «No sólo se deben investigar los crímenes iraquíes, sino los de los aliados» Michael Ratner (jurista)

El PP asume sus daños colaterales

Publicado por
León

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La guerra de Irak ha tenido importantes «efectos colaterales» en el Gobierno y el PP, aunque finalmente han sido menos de los que muchos se temían cuando el conflicto se empantanó durante la segunda semana de avance aliado. Lo más grave ha sido perder la calle y las imágenes de millones de españoles manifestándose en contra del apoyo de la postura del Gobierno. El decidido apoyo de Aznar a la invasión de Irak, y sobre todo sus prisas por llevarla a cabo, tenían un componente de cálculo electoral. Aznar comprendió que, de ceder a las presiones de Francia y Alemania para alargar un mes más la misión de los inspectores de la ONU, la guerra comenzaría durante la campaña electoral de las municipales (25 mayo) y probablemente se llegaría al día de los comicios en plena ofensiva militar. Los efectos habrían sido desastrosos. La perspectiva de un conflicto corto que comenzara a mediados de marzo garantizaba al PP un mes de precampaña sin guerra, como ha sucedido finalmente. Al margen de la valoración política e incluso ética de su postura, Aznar ha acabado por tener razón. La guerra ha producido bajas y desafecciones en el PP, pero en un número mucho menor que el que ha sufrido por ejemplo el laborismo británico e incluso el partido republicano en EE.UU. Una veintena de concejales del PP mostraron su rechazo a la guerra. Si se tiene en cuenta que el PP tiene 20.000 ediles, se trata de un uno por mil. A más altura, las únicas bajas fueron las del ex ministro Manuel Pimentel, ya muy distanciado, y la del diputado Luis Acín. Mostraron su rechazo sin renunciar a sus escaños los diputados Carlos Mantilla, Jesús López-Médel y Juan Morano y el senador Manuel Arqueros, así como el presidente del Parlamento canario, José Miguel Bravo de Laguna. Lo que más le ha dolido a Aznar fue el rapapolvo de Félix Pastor Ridruejo, su ex mentor político y miembro del comité ejecutivo del PP. La guerra ha abierto una sima con CiU en el momento que menos convenía al PP. Nadie en el partido espera ya una mayoría absoluta en las generales. Con el PNV no hay nada que hacer y Coalición Canaria puede no ser suficiente para formar mayoría. Es evidente que, de gobernar, el PP lo hará con CiU y el precio ahora será mucho más caro. La bronca con CiU puede afectar también a la elección de candidato. Mayor Oreja estaría vetado por Pujol y también por Artur Mas como posible socio. Rato sale reforzado porque ha logrado acabar la crisis sin un desmedido apoyo público a la guerra mientras a Rajoy le ha tocado quemarse una vez más como ocurrió con el Prestige. El conflicto ha dejado ver el error de Aznar al nombrar ministra de Exteriores a Ana Palacio. Su intervención en el consejo de seguridad de la ONU, donde balbuceó un discurso más radical que el de Powell, y su comparación entre los periodistas españoles muertos y las víctimas del Congo han dejado claro que la diplomacia no es precisamente su fuerte. Trillo sale también muy tocado. Sus malabarismos para hacer pasar por misión humanitaria el envío de tropas españolas no han dado resultado. Cuando el conflicto se envenenó con la muerte de Couso y Anguita el ministro no supo estar a la altura exigiendo explicaciones a Estados Unidos e incluso sacó su rostro más amargo.

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