Diario de León

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Diez lecciones de la guerra contra Irak

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Enrique Clemente Redacción - LEÓN.
León

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Estados Unidos surge de la guerra contra Irak investido de un poder sin precedentes en la historia. Ningún imperio había mostrado nunca una superioridad militar y tecnológica tan aplastante. La principal lección de esta contienda abismalmente desigual es que Bush van muy en serio y que las claves que rigen el mundo han cambiado de forma radical tras los atentados del 11 de septiembre, de los cuales el derrocamiento de Sadam Huseín es una secuela decisiva. Otra consecuencia inquietante es que los halcones neoimperialistas y unilateralistas (Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz, Perle) salen reforzados en detrimento del secretario de Estado, Colin Powell, el gran perdedor dentro de la Administración Bush. 1. Un nuevo orden mundial. La invasión de Irak ha sido algo más que una guerra. Es la primera piedra en la construcción de un nuevo orden mundial en el que manda sin tapujos una única superpotencia, la denominada hiperpotencia. Estados Unidos ha dejado claro que tiene la voluntad y la capacidad militar necesarias y suficientes para actuar cuándo, cómo y dónde quiera. Utilizando los términos del profesor Joseph Nye, ha hecho una extraordinaria demostración de «poder duro». Con esta intervención se consagra la ley del más fuerte en las relaciones internacionales. 2. Rumsfeld impone estrategia. Donald Rumsfeld ha impuesto sobre el terreno su visión de cómo debe librarse una guerra, que ya había ensayado en Afganistán. Un número limitado de soldados de tierra, con una gran capacidad de movimiento y una abrumadora potencia de fuego, apoyados por bombardeos «inteligentes» de precisión, una tecnología apabullante y la actuación de fuerzas especiales son suficientes para ganar en tres semanas a un enemigo como Irak. 3. Mensaje a los «canallas». Estados Unidos no ha esperado al final de la campaña contra Irak para poner su punto de mira sobre otro país de la zona, Siria. Bush siempre ha dicho que la guerra contra el terrorismo sería larga y los halcones de su Administración no ocultan su ambición de remodelar Oriente Medio imponiendo supuestos regímenes democráticos dóciles, de acuerdo con sus intereses. Irán, otro de los integrantes del «eje del mal» (junto a Irak y Corea del Norte) también debe tener motivos de preocupación. La guerra contra Irak es un mensaje a los países llamados «canallas», acusados de albergar terroristas y de poderles proporcionar armas de destrucción masiva, pero también al resto del mundo. Una suerte de aquí mando yo, solo o en compañía de quien quiera sumarse. Incluso el mensaje alcanza a Arabia Saudí, tradicional aliado de Washington, del que ahora desconfía por su apoyo al fundamentalismo islámico. A partir de ahora, EE.UU. no dependerá en tanta medida de su petróleo porque ha tomado posesión del país que ocupa el segundo lugar en el ránking de reservas mundiales de crudo, tras los propios saudíes. 4. Es difícil cazar el tirano. No sólo el dictador sino sus dos hijos (Uday y Qusay) y toda su camarilla parecen haberse evaporado tras el derrumbamiento del régimen. Matar o capturar a Sadam Huseín no era un objetivo declarado de la operación Libertad de Irak, pero sin duda habría supuesto su culminación. Estados Unidos aseguró que había lanzado dos bombardeos destinados a acabar con el tirano en supuestos lugares donde se escondía, pero todo indica que falló en ambas ocasiones o que era mera propaganda. La repetición del escenario de Afganistán, donde Bin Laden y el mulá Omar lograron escabullirse, es una pésima noticia para EE.UU. y pone en entredicho la eficacia de la CIA. 5. Los civiles pagan la factura. Aún no existe un balance de muertos fiable y quizás nunca lo haya. La última cifra de muertos civiles proporcionada por el Gobierno iraquí antes de huir el pasado 3 de abril era de 1.254, con 5.112 heridos. Desde entonces se han registrado al menos dos decenas de fallecidos más. Además, habrá que contabilizar también a quienes mueran en los hospitales a consecuencia de las heridas. En cuanto a las bajas militares son mucho más difíciles de precisar: sólo en la toma de Bagdad habrían perdido la vida 2.320 soldados iraquíes, según EE.UU. Esto quiere decir que podrían llegar a 20.000, ya que en los primeros días de contienda hubo duros combates en ciudades del sur (Umm Qasr, Nasiriya o Basora). Hay que recordar que sólo varios años después de la conclusión de la primera Guerra del Golfo se supo que habían perecido 135.000 soldados de Sadam, muchos de ellos enterrados vivos en sus propias trincheras. Estados Unidos ha perdido 109 hombres y el Reino Unido 30, según sus mandos militares. Trece periodistas, entre ellos Julio A. Parrado y José Couso, también murieron en el ejercicio de su profesión. 6. El pretexto de las armas. Las tropas angloamericanas no han hallado ni armas químicas, ni bacteriológicas ni mucho menos nucleares. La posesión de las mismas fue el argumento/excusa del eje Washington-Londres-Madrid para justificar la intervención de acuerdo con la resolución 1441. Sadam no ha utilizado esas armas letales en la guerra cuando estaba en juego su supervivencia o al menos la de su régimen. Esto pone en serias dudas que Irak fuera una amenaza para sus vecinos y menos aún para EE.UU. y el mundo en general. La decisión de invadir Irak estaba tomada desde antes de enviar a los inspectores a ese país y respondía a intereses estratégicos de Washington. 7. La ONU, devastada. En la lista de organizaciones mundiales víctimas de la guerra hay que incluir en primer lugar a la ONU. EE.UU. ha actuado al margen del Consejo de Seguridad, al que se ha permitido dar ultimatums para que secundara su acción armada. En segundo lugar, la Unión Europa ha sufrido un grave quebranto. Por un lado, los países centrales de la misma (Francia y Alemania) se han opuesto con firmeza a las pretensiones de Washington. Por otro, el Reino Unido ha mantenido su indeleble alianza transatlántica y España se ha sumado al apoyo absoluto a Bush. La Alianza Atlántica ha sufrido también significativos daños colaterales. 8. Un país sin pasado. El saqueo del Museo Arqueológico Nacional y de la Biblioteca Nacional sin que los marines hicieran nada por evitarlo es una tragedia y un oprobio que ha destruido tesoros únicos de la humanidad. Miles de años de herencia cultural iraquí han sido reducidos a añicos. 9. Los kurdos, otro foco. Los kurdos son el mayor pueblo sin Estado del mundo: 25 millones de personas que se encuentran en Turquía, Irak, Siria e Irán. Turquía teme que el ejemplo de los kurdos iraquíes se contagie a los que viven en su país (el 20% de su población). EE.UU. deberá lidiar ahora con sus dos aliados, Ankara y los peshmergas. 10. Será más difícil ganar la paz. El caos, la anarquía y el pillaje que han padecido las ciudades iraquíes tras la «liberación» ha puesto de manifiesto desde el primer momento que la reconstrucción de Irak va a ser mucho más complicada y larga que la guerra. La imposición de una especie de protectorado estadounidense con un procónsul al mando, el general Garner, durante unos meses provocará el rechazo de buena parte de la población iraquí. La cólera, la frustración y la humillación que ha provocado la guerra en el mundo árabe pueden favorecer la expansión del fundamentalismo islámico y de los actos terroristas.

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