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Publicado por
León

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Sin ser la biblioteca de Alejandría, la de Bagdad guardaba más de un millón de documentos que fueron reducidos a cenizas en una sola jornada. Lo que no ardió fue robado o destruido. Varios siglos de historia y la memoria de un pueblo hechos trizas en unas horas, devorando entre otras joyas, manuscritos de Avicena, y los primeros tratados de aritmética, teología o retórica. El indignado y dolido director da la Biblioteca, Al-Husein, recriminaba a las tropas estadounidenses su pasividad y recordaba que cuando los británicos invadieron en país en 1941 no permitieron que se destruyere este impagable patrimonio. Pareja suerte corrieron buena parte de las casi 170.000 piezas de arte antiguo que reunía el Museo Nacional Iraquí, que atesoraba hasta esta semana era la tercera colección en importancia tras las del Louvre, el Británico y el museo del El Cairo.

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