OPINIÓN Carro Celada (*)
La canción de Astorga
Luis Alonso Luengo lo ha escrito todo sobre Astorga, día a día, a cada instante, respiradamente. La pluma de Luis Alonso no ha conocido otra tinta que la ciudad de Astorga, ni más tintura que la luz sagrada del Teleno y su halo envolvente y tutelar. Ha agudizado de tal modo esta vinculación que resulta una sorpresa gratificante hallar en sus escritos una ciudad íntima, con sus ancestros y proyectos históricos, sus encarnaciones literarias y su poética. Lo que escribe Alonso Luengo de Astorga nunca es un localismo, sino un camino de relaciones más altas, deliberadamente universales. Es tan intenso y deslumbrante su afán por hacerla primera que acaba siendo la primera, y a veces única; tiene tan avivados los enlaces imaginativos -las neuronas de la ciudad- que en sus escritos astorganos encuentran natural acomodo cualquier prototipo, epíteto o antonomasia. Y éstos resultan, en su pluma y en su voz, verdad astorgana incontestable, pues a él se debe, en gran parte, buena parte de la historia de la ciudad. Una mediación literaria que nunca falta en una página astorgana de Alonso Luengo es la figuración, donde recorre el trayecto inverso a la abstracción. Pero sabe también convertir la figuración en abstracción. Utiliza caminos reversibles, de ida y vuelta. Ese poderío universalizador que Luis Alonso atribuye a su lugar natal lo testifica situando la anécdota, la historia local, a un nivel deicuescente, haciéndola perder los contornos comarcales o logrando que la localidad se invista de unviersalidad... Sabe que una ciudad no puede ser un lugar inhóspito, ni tampoco un paisaje. En todo caso, un paisaje con figuras. (*)Del prólogo del libro La ciudad entre mí.