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La última quijotada Más de 60 trabajadores leoneses de la extinta Sintel caminan hacia Madrid en busca de «dignidad»

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León

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LEÓN. Marco Romero Redacción «Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo» (RAE). «¡Eso somos nosotros, quijotes luchando contra todo!», exclama Manuel Heras, uno de los 65 trabajadores de Sintel que partieron ayer a las nueve y media de la mañana de León hacia Villalar para, desde ahí, salir a pie hacia Madrid en la marcha convocada para todos los afectados por la quiebra de la ex filial de Telefónica, que concluirá el primero de mayo en una gran manifestación. A los empleados entrevistados, a todos ellos, se les acabará la prestación por desempleo entre este mes y julio. Tienen a sus familias en vilo, pero sostienen que no se arrepienten de ninguna de las protestas que han llevado a cabo en los últimos años. Este momento, el día antes de partir, les recuerda a aquella noche del 28 de enero del 2001 en la que se fueron de casa para acampar durante varios meses en el paseo de la Castellana de Madrid. «¿Y qué hemos sacado? Saber que puedo mirar a los ojos a mis hijas con dignidad. Ellas me apoyan porque saben que me han robado un empleo y no me he callado. Piensan que es lo que tengo que hacer, y eso no es malo», comenta Hernán Hijosa, responsable del comité intercentros en Castilla y León. Heras ve esta nueva protesta como «la última batalla». «Después de dos años de paro, o lo conseguimos ahora o no lo conseguiremos nunca. ¡Ahí tenemos unas elecciones!», recuerda. Los 65 leoneses afectados por el cierre de Sintel se unirán a otros 900, que ya caminan hacia Madrid por las seis principales carreteras nacinales en protesta por su situación y para denunciar el incumplimiento, por parte del Gobierno y de Telefónica, los acuerdos de agosto de 2001 que pusieron fin al denominado Campamento de la esperanza. Les prometieron entonces 800 recolocaciones en empresas del sector, en la misma residencia y con contratos fijos y estables. A fecha de hoy mantienen que nada de eso ha ocurrido y niegan tajantemente que el colectivo haya rechazado empleos. «Quién se cree que con más de 40 años y tal y como está el mercado laboral de León a alguien se le ocurre rechazar un puesto de trabajo», se pregunta Hijosa. Y esta es su reivindicación:un trabajo digno en su ciudad y por mucho tiempo. Los trabajadores, que han creado una sociedad anónima laboral denominada Sintratel 2002, plantearán una solución a su conflicto, la última: quieren que la carga de trabajo que se supone tenía Telefónica cuando les ofreció las recolocaciones les sea traspasada. Ellos se harían cargo de autogestionar los empleos. Tienen estudios de viabilidad y financieros y es una opción que ya han presentado a las comunidades autónomas, a la patronal, a Telefónica y a los operadores sin que ninguna de estas partes considere que se trata de una alternativa imposible. Los trabajadores, que llevan ocho personas de apoyo, dormirán en pabellones y zonas cubiertas de los pueblos donde pernoctarán, siempre con ayuda de partidos como IU y otras organizaciones. «¿En la maleta?, chorizo del pueblo, un par de pantalones y un par de camisetas», dice Eutimio Alonso, oficial empalmador de esta empresa. Junto a él, Jesús Carlos García. Dice que «a ver si es la última vez». Y que «la familia apoya porque ya está más que mentalizada de lo que hay». «¿Dónde vamos a ir? La mayoría tenemos 42 años y somos carne de cañón en esta provincia», explica Antonio Blanco, a lo que Hijosa responde: «Vaya, tampoco somos los últimos mohicanos». En relación a quienes no han querido mantenerse en la línea del comité intercentros, Agustín Benito, ex capataz de Sintel, asegura que «de aquí no se ha echado a nadie, y el que ha querido irse lo ha hecho por su cuenta». En esta conversación, mantenida anteayer por la tarde, varios trabajadores expresaban su sentir horas antes de volver a dejar a sus familias. Hoy habrán dormido en Tordesillas, y a partir de entonces caminarán una media de 20 kilómetros diarios. Tras la concentración en Madrid el día 1 -el Tribunal Superior de Justicia de Madrid les tiene prohibido manifestarse en la capital porque el conflicto es de sobra conocido y ya lo han hecho reiteradamente-, los afectados por la quiebra de Sintel perseguirán al PP por grupos en todos los actos de la campaña electoral, siempre que no consigan sus propósitos. El abundante seguimiento mediático de esta marcha vaticina una lucha sindical con tanta trascendencia como la que se libró hace dos años. LEÓN. Marco Romero Redacción «Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo» (RAE). «¡Eso somos nosotros, quijotes luchando contra todo!», exclama Manuel Heras, uno de los 65 trabajadores de Sintel que partieron ayer a las nueve y media de la mañana de León hacia Villalar para, desde ahí, salir a pie hacia Madrid en la marcha convocada para todos los afectados por la quiebra de la ex filial de Telefónica, que concluirá el primero de mayo en una gran manifestación. A los empleados entrevistados, a todos ellos, se les acabará la prestación por desempleo entre este mes y julio. Tienen a sus familias en vilo, pero sostienen que no se arrepienten de ninguna de las protestas que han llevado a cabo en los últimos años. Este momento, el día antes de partir, les recuerda a aquella noche del 28 de enero del 2001 en la que se fueron de casa para acampar durante varios meses en el paseo de la Castellana de Madrid. «¿Y qué hemos sacado? Saber que puedo mirar a los ojos a mis hijas con dignidad. Ellas me apoyan porque saben que me han robado un empleo y no me he callado. Piensan que es lo que tengo que hacer, y eso no es malo», comenta Hernán Hijosa, responsable del comité intercentros en Castilla y León. Heras ve esta nueva protesta como «la última batalla». «Después de dos años de paro, o lo conseguimos ahora o no lo conseguiremos nunca. ¡Ahí tenemos unas elecciones!», recuerda. Los 65 leoneses afectados por el cierre de Sintel se unirán a otros 900, que ya caminan hacia Madrid por las seis principales carreteras nacinales en protesta por su situación y para denunciar el incumplimiento, por parte del Gobierno y de Telefónica, los acuerdos de agosto de 2001 que pusieron fin al denominado Campamento de la esperanza. Les prometieron entonces 800 recolocaciones en empresas del sector, en la misma residencia y con contratos fijos y estables. A fecha de hoy mantienen que nada de eso ha ocurrido y niegan tajantemente que el colectivo haya rechazado empleos. «Quién se cree que con más de 40 años y tal y como está el mercado laboral de León a alguien se le ocurre rechazar un puesto de trabajo», se pregunta Hijosa. Y esta es su reivindicación:un trabajo digno en su ciudad y por mucho tiempo. Los trabajadores, que han creado una sociedad anónima laboral denominada Sintratel 2002, plantearán una solución a su conflicto, la última: quieren que la carga de trabajo que se supone tenía Telefónica cuando les ofreció las recolocaciones les sea traspasada. Ellos se harían cargo de autogestionar los empleos. Tienen estudios de viabilidad y financieros y es una opción que ya han presentado a las comunidades autónomas, a la patronal, a Telefónica y a los operadores sin que ninguna de estas partes considere que se trata de una alternativa imposible. Los trabajadores, que llevan ocho personas de apoyo, dormirán en pabellones y zonas cubiertas de los pueblos donde pernoctarán, siempre con ayuda de partidos como IU y otras organizaciones. «¿En la maleta?, chorizo del pueblo, un par de pantalones y un par de camisetas», dice Eutimio Alonso, oficial empalmador de esta empresa. Junto a él, Jesús Carlos García. Dice que «a ver si es la última vez». Y que «la familia apoya porque ya está más que mentalizada de lo que hay». «¿Dónde vamos a ir? La mayoría tenemos 42 años y somos carne de cañón en esta provincia», explica Antonio Blanco, a lo que Hijosa responde: «Vaya, tampoco somos los últimos mohicanos». En relación a quienes no han querido mantenerse en la línea del comité intercentros, Agustín Benito, ex capataz de Sintel, asegura que «de aquí no se ha echado a nadie, y el que ha querido irse lo ha hecho por su cuenta». En esta conversación, mantenida anteayer por la tarde, varios trabajadores expresaban su sentir horas antes de volver a dejar a sus familias. Hoy habrán dormido en Tordesillas, y a partir de entonces caminarán una media de 20 kilómetros diarios. Tras la concentración en Madrid el día 1 -el Tribunal Superior de Justicia de Madrid les tiene prohibido manifestarse en la capital porque el conflicto es de sobra conocido y ya lo han hecho reiteradamente-, los afectados por la quiebra de Sintel perseguirán al PP por grupos en todos los actos de la campaña electoral, siempre que no consigan sus propósitos. El abundante seguimiento mediático de esta marcha vaticina una lucha sindical con tanta trascendencia como la que se libró hace dos años. ramiro Varios trabajadores de la extinta Sintel, ayer en la glorieta de Guzmán en los minutos previos a su partida hacia Villalar, desde donde iniciaron su marcha