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El 10% de los extranjeros con permiso de trabajo en la provincia han optado por abrir pequeños negocios

Comerciantes y residentes en León

Fatima, Sakir, Laid, Lo ... de profesión, comerciantes. De origen, africanos. Residentes en León y autónomos. Los cuatro forman parte de ese

Fátima, con un sobrino, en su African store de la calle Astorga

Publicado por
Ana Gaitero - León
León

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La licencia del african Store de la calle Astorga tiene fecha de febrero del 2002, pero no abrió sus puertas hasta diciembre. Fatima hace un gesto esclarecedor con sus dedos índice y pulgar para explicar el retraso: Money, money... Esta ciudadana de Sierra Leona, que tardó dos años en atravesar África en busca del sueño europeo, reside en León desde hace cinco años y no quiere ni mencionar cómo se ha ganado la vida. Lo que le gusta es el comercio. En su país, ya se dedicaba -dice- «a negocios». En la tienda se pueden encontrar desde postizos de pelo a puré de patata deshidratado, gambas y bacalao seco y leches en polvo de factura británica o norteamericana, pero muy consumidos en el África subsahariana. También hay envases rojos con aceite de palma, muchas cremas para rizar el pelo y especias con forma de setas diminutas cuyo nombre sólo es capaz de traducir al inglés. Casi todo se cocina con arroz. Laid Elhamri abrió con otros dos socios, hace dos años, una tienda de productos árabes en el local contiguo de la calle Astorga. Cus cus, té verde, almendras crudas, arroz, jabón de Marsella, pollo, cordero y refrescos de marca alauita son algunos de los productos que ofrece. Hay muchas clases de mortadela, pero no jamón york que es lo que pide una monja despistada por el letrero de Alimentación Salma. Laid es marroquí de la población de Oujda y está en España desde que cumplió los 18 años. Ha trabajado en la construcción y en la venta ambulante y abrió su tienda «sin ninguna subvención» y después de mucho «papeleo». Dice que las cosas no van tan bien como parecen. «Cada vez pensamos en cerrar, pero vamos aguantando», afirma. Sus compatriotas y otros musulmanes prefieren comprar en los supermercados «productos más baratos», aunque no sean los que más les gustan. Paga todos los meses 215 euros mensuales como trabajador autónomo y muestra un justificante del pago de otros 306 euros a la Seguridad Social por el dependiente que ha contratado, Aomar Niama, un marroquí de Rabat que prefiriría un sueldo de la construcción, pero que de momento se ha agarrado al mostrador para sobrevivir en León. Apenas hace doce meses que llegó a España. Otro de los negocios preferidos por los inmigrantes son los locutorios, establecimientos que aparte de los servicios telefónicos ofrecen la posibilidad de enviar giros con el dinero que cada mes los inmigrantes envían a sus familias en Ecuador, Colombia, Marruecos, Senegal... Frente a la estación de Renfe hay abierto un tercer establecimiento con sello extranjero. Es uno de los siete locutorios que funcionan en León. Amado Sakir es su dueño y acaba de abrir una nueva sucursal de comunicaciones en el barrio de San Mamés. Estos establecimientos, aparte de los servicios comerciales, constituyen un punto de encuentro de los inmigrantes en León, especialmente durante los fines de semana. En el local de Lo, en José Aguado, se ofrecen productos caribeños que sirven de aperitivo o de pequeño capricho para quienes ahorran con tanto afán para mandar el dinero a casa. Sakir, casado y con tres hijos, es senegalés y reside en León desde hace 15 años. Empezó con un puesto en el Rastro, luego una tienda de ropa en Santa Ana y ahora los locutorios. «Yo siempre miro adelante, nunca atrás», dice resuelto. Los locutorios sufrieron los cortes de Telefónica como consecuencia del impago de uno de los operadores con los que trabajaban, Wic Telecom. Perdieron entre 350.000 y 6.000 euros de fianza, pero ahí siguen después de obligar a la compañía, vía judicial, a que repusiera las líneas tras tres meses de suspensión.