OPINIÓN Carlos Carnicero
Electoralismo antiterrorista
Tiene razón el gobierno de Gran Bretaña cuando ha puesto reparos al plan de Aznar: ni siquiera en la lucha antiterrorista se puede comenzar la casa por el tejado. Unificar la lucha contra algo requiere, en primer lugar, definir aquello que se quiere combatir, pero también es necesario uniformizar los métodos de si se quiere garantizar el respeto a los derechos humanos. Compartir con George W. Bush la lucha antiterrorista no parece posible si no es consintiendo métodos erradicados en las prácticas democráticas europeas y que no caben en un Estado de Derecho. Si José María Aznar guarda memoria de su pertinaz actuación como azote del GAL, debiera ser consciente que lo que hace George W. Bush con el terrorismo por el mundo no es sustancialmente distinto de aquello que hacía el GAL: eliminación física de sospechosos, entre otras cosas. ¿Quizá no se acuerda Aznar que está en la cárcel el ex general Rodríguez Galindo por algo que el actual Gobierno norteamericano estaría dispuesto a pagar con una medalla? La actual administración norteamericana ha dado cobertura legal a la práctica de asesinatos por parte de la CIA y otras agencias de seguridad. El Gobierno norteamericano ha participado en secuestros de personas que han sido trasladadas contra su voluntad a un país donde está institucionalizada la tortura. El Gobierno norteamericano utiliza la Base de Guantánamo como una prisión sin ninguna garantía ni derechos para las personas que allí permanecen secuestradas. Ahora, al calor de una guerra ilegal, ilegítima e innecesaria, la consigna del todo vale es una muleta útil en momentos electorales, en los que se pretende que la lucha contra el terrorismo y la búsqueda de la seguridad son objetivos que permiten ir cercenando principios arraigados en nuestra cultura democrática. Hemos empezado por ilegalizar a Batasuna; proseguimos persiguiendo cualquier lista electoral que se presuma que puede tener contacto con las organizaciones terroristas. Y, en el camino, ya hemos llegado a solicitar y conseguir que Batasuna esté en la lista de organizaciones terroristas de Bush, que no es cosa distinta que pedirle que, a estos ciudadanos españoles, sospechosos de connivencia con el terrorismo, se les apliquen las prácticas abominables que utiliza Bush para perseguir a los terroristas por el mundo. Menos mal que otros países se han plantado ante la propuesta.